Transformando VUCA en tiempos de COVID

Queda claro que estamos viviendo una situación altamente retadora en muchos sentidos. Se habla de un cambio de paradigma donde nada va a continuar igual, donde es necesaria una metamorfosis no solo en el modo en que funcionan las cosas, sino también en nuestra capacidad de gestión y reinvención. La pandemia de covid-19 ha puesto de manifiesto que nada es tan sólido como para permanecer inalterable y ha provocado una fuerte sacudida internacional, pero también una conmoción en cada uno de nosotros a nivel más personal. No hay opción: debemos cambiar.

Esta nueva situación ha sido definida como VUCA, un acrónimo que la describe como volátil, incierta (en inglés, uncertain), compleja y ambigua. Todos esos términos generan un desconcierto palpable, hacen tambalear una de nuestras necesidades básicas —la seguridad—, disparan la emoción del miedo y, con ella, nuestra reactividad: nos paralizan, aumentan nuestra agresividad o hacen que tengamos ganas de huir. 

Como ha hecho patente en diferentes charlas el doctor Mario Alonso Puig, esta sensación de temor mantenida en el tiempo reduce nuestra capacidad de pensar, de aprender y de crear, y como consecuencia directa afecta negativamente a nuestra salud. Desde ese estado de alerta, nos lleva a un lugar de desesperación donde lo único que hacemos es rumiar, dar vueltas como un ratón que quiere escapar del peligro sin pararse a considerar cuáles son las mejores alternativas.

¿Cuál es la llamada? La llamada es, sin duda, un gran reto, una oportunidad máxima de crecimiento, una ocasión de ir más allá de lo conocido para adentrarnos en la aventura de descubrirnos en lugares jamás transitados. Y para ello, hemos de hacernos eco de un refrán popular: «A grandes crisis, grandes remedios». Hay que darle la vuelta a esta situación y una manera es potenciar el VUCA.

Hace unos días veía en Instagram una entrevista de dos grandes para mí, y en ella, a raíz de una pregunta de Agustín Herrera, Mónica Barnes empezó a jugar con el término VUCA. Propongo hacer extensible ese juego y retomar el popularizado acrónimo VUCA para transformarlo en un concepto retador, potenciador y energizante. Para ello, tan solo basta con intercambiar el significado de sus siglas por conceptos más esperanzadores y orientados a la acción consciente.

La V podría representar «valor» en su más amplio significado.

 Por una parte, necesitamos tener claros nuestros valores primordiales y sentar una buena base para que nuestras acciones los respeten. Por otra parte, debemos tener el coraje de afrontar los cambios con la actitud de un guerrero pacífico que se centra en su área de influencia y, desde ese lugar, se marca sus objetivos. También es importante que valoremos las cosas, en el sentido de agradecer cada día todo aquello que solemos pasar por alto y que es de gran valor.

La U podría significar «unión».

Debemos actuar en equipo. El trabajo debe ser más horizontal generando un clima de compromiso, responsabilidad, escucha activa y presencia, donde se producen sinergias de alto rendimiento porque las partes dispares son atendidas, donde las diferencias se consideran una riqueza, donde cada uno sabe lo que tiene que hacer dirigiéndose hacia un objetivo común orientado a un mundo sostenible y ético. Estamos donde queremos estar y vamos todos juntos hacia el mismo destino, pero cada uno con su talento, sus habilidades, su desempeño personal e intrínseco, dispuesto a usarlos en favor del bien común con humildad y respeto.

La C podría significar «corazón».

Es obvio que el ser humano está en constante batalla con dos fuerzas opuestas: el amor y el miedo. Ha llegado el momento de decidir cuál queremos que impere en nuestro camino. Ya lo dicen los grandes sabios budistas: «Si el camino tiene corazón, siempre habrá valido la pena recorrerlo». Es momento de hacer las cosas por amor y de tener al miedo como un mero aliado que nos previene de ser demasiado optimistas o desmedidos, pero debemos rechazarlo como compañero de viaje e impedirle determinar nuestras decisiones diarias. Queremos entregar pasión a todo lo que hacemos porque es la mejor manera de brillar y de hacer brillar a los demás.

La A podría significar «aprendizaje» unido a «acción».

Ambos practicados al unísono son de suma importancia. Y es que el aprendizaje sin acción cae en saco roto, porque se queda en la nube de las buenas ideas sin ningún resultado tangible y la acción sin aprendizaje no permite el crecimiento ni la mejora, porque solo a través de la acción podemos comprobar todas las variantes de nuestras hipótesis. Está claro que, más que nunca, el aprendizaje debe formar parte integral de nuestra vida para adaptarnos al cambio permanente y salir airosos: un aprendizaje que debe ser acometido con tranquilidad y entusiasmo, porque el conocimiento da alas y nos permite traspasar barreras antes infranqueables. Desde mi humilde lugar como formadora, hago un llamamiento a todos los compañeros del sector para hacer de la formación, sea presencial o virtual, un lugar generador de ideas llevadas a la acción.

Esta es mi propuesta, pero cada uno debe buscar la que más le potencie. Transformar VUCA en tiempos de coronavirus puede ser una herramienta fundamental para cambiar el destino personal de cada uno de vosotros y el primer paso para retomar vuestros sueños y llevarlos a cabo. Valor, unión, corazón, aprendizaje y acción o aquello que mueva vuestros hilos para, como dijo Gandhi, «ser el cambio que quieres ver en el mundo». 

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