Qué es y como integrar el Design Thinking en la educación
Marketing y Comunicación | Artículo-
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- Julio 2021
- Fecha de publicación
- Julio 2021
- Marketing y Comunicación
- Artículo
Profesor del Executive MBA y del Máster en Dirección de Personas y Desarrollo Organizativo de ESIC.
Quizás me esté volviendo loco. ¿Aplicar design thinking al aprendizaje para lograr un aprendizaje transformador? Creo que sí... a todo.
¿Qué es lo que hace que un proceso de aprendizaje sea transformador? Buenos profesores, buenos materiales pedagógicos, buenos diseños formativos... Sí, seguro. Pero, si nos quedamos con esto, estaríamos enfocándonos en un modelo de aprendizaje muy centrado en mi servicio predefinido, es decir, en mi clase, la que llevo impartiendo años.
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El design thinking nos brinda un cambio de paradigma: nos reta a situar al estudiante en el centro. ¿Qué podemos hacer para ayudar e impulsar al alumno en su proceso de transformación? ¿Qué podemos hacer para implicarle en su propio proceso de aprendizaje? Con este «leve» cambio de perspectiva se produce un cambio radical: en vez de un diseño tradicional (yo, profesor, sé / tú, alumno, no sabes; yo transmito / tú recibes; yo protagonista; tú receptor), se abre la puerta a un diseño cocreador y corresponsable del aprendizaje. Solo es posible el desarrollo si tú te implicas en tu propio cambio y transformación. A esto en ESIC lo llamamos student centered learning.
El design thinking, como metodología ágil, nos permite ir contrastando con el alumno de forma sistemática y a corto plazo si se está provocando y facilitando el aprendizaje. Si el proceso no funciona, cambiemos, adaptemos, modifiquemos la experiencia implicándole en el proceso de cocreación de su experiencia de aprendizaje. No queremos alumnos receptores. Queremos alumnos cocreadores. Realmente nuestro trabajo docente ya no es transmitir —como diría un buen amigo— las cinco fuerzas de Porter, sino crear un espacio donde experimentar. Y experimentar es cuestionar, discutir, crear, ensayar, errar, lograr, arriesgarse... aplicando las cinco fuerzas de Porter o cualquier otro conocimiento para convertirlo en capacidad o competencia profesional.
Hoy más que nunca se hace necesario que los formadores impulsemos el «aprehendizaje» y no solo el aprendizaje. El primero es vivencial, mientras que el segundo es fundamentalmente cognitivo y demasiadas veces pasivo. Ya lo explicó de forma cristalina con su pirámide del aprendizaje Cody Blair.
El design thinking contempla una serie de fases: empatizar, definir, idear, prototipar y probar, un ciclo de validación que implica desarrollar la observación, aprender a identificar problemas, descubrir posibles respuestas o soluciones, prototiparlas, probarlas y aplicarlas. Parece una fórmula adecuada y eficaz para responder a los retos del entorno en una etapa como la actual, llena de incertidumbre, de ambigüedad, de cambios que se producen a toda velocidad... Aplicar el design thinking a la formación es enseñar a los alumnos a responder de manera flexible y profesional a los retos del entorno mediante competencias como la empatía, el pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, la creatividad... todas ellas capacidades no humanoides demandadas por el mercado, tal y como se desprende el estudio del World Economic Forum sobre el futuro del trabajo.
Ahora bien, ¿cómo diseñar un proceso de «aprehendizaje» basado en design thinking?
Podemos pensar en tres fases:
- Una primera fase de adquisición de vocabulario, significados, métodos, mapas, herramientas... Aquí el reto del docente es garantizar que el alumno adquiere los conocimientos mínimos necesarios. Como decía Wittgenstein, «los límites de tu mundo son los límites de tu lenguaje». Es difícil hablar o aplicar algo sobre lo que no has adquirido el nivel de conocimiento mínimo. Menos mal que la tecnología nos permite construir una experiencia personalizada: aprender lo que necesitas al ritmo que puedes o quieres profundizando en lo que más te interesa o más te reta por diferentes canales y utilizando todas las metodologías.
- Una segunda fase puede ser crear un espacio de práctica con los conocimientos que se están adquiriendo. Practicar, practicar y practicar... para retar a los alumnos en su uso y aplicación. Solo aplicando el conocimiento podremos descubrir y pulir las lagunas o las dudas. Solo practicando empezaremos a aprehender esos nuevos conceptos, mapas y herramientas.
- Una tercera fase centrada en la experiencia directa guiados por el profesor. Guiar significa animar o empujar a los alumnos a experimentar, a salir de su zona de confort, a arriesgarse, a equivocarse, a ser coherentes con sus decisiones y a saber asumirlas... Solo eso: cada uno tendrá que llevar su mochila.
El profesor lidera la marcha y anima a:
- empatizar con el problema que se presenta: un caso, un role play, una dinámica, un live case, un simulador...;
- definir el problema, es decir, practicar el pensamiento crítico sin dejarse llevar por la infoxicación ni por prejuicios, sesgos o modelos mentales;
- idear y aplicar la creatividad, el método científico o la resolución de problemas complejos utilizando criterios y argumentos sólidos;
- prototipar, es decir, proponer una alternativa o diseñarla asumiendo riesgos argumentados;
- y probar, ya sea en la misma clase o en un supermercado o invitando a clientes a realizar un workshop para testar la solución o llevando la experiencia a tu propio equipo en la empresa en la que trabajas.
Aplicar el design thinking a la educación nos abre un nuevo mundo a los profesionales de la formación, ya que pasamos:
- de estar centrados «en nuestro libro» a poner a los alumnos en el centro de forma cocreadora: ellos son los protagonistas de su transformación;
- de enfocarnos en que aprendan conceptos a que aprehendan empatía, pensamiento crítico, creatividad, orientación al logro... practicando nuevos lenguajes y nuevos mapas;
- de enfocarnos en el servicio acotado a crear un espacio y un proceso de aprendizaje donde experimentar para la vida real: aprehender es vivir.
En resumen, se genera el don de la inagotable curiosidad y la disciplina de seguir aprendiendo/aprehendiendo para dar siempre respuestas que generen bienestar allá donde se esté.
¿Me estaré volviendo loco? Sí. Porque me apasiona mi trabajo, que no es contar conocimientos, sino diseñar experiencias de «aprehendizaje».
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