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10 recomendaciones para participar (con elegancia) en una videorreunión

Business | Artículo
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  • Marzo 2021
  • Fecha de publicación
  • Marzo 2021
  • Business
  • Artículo
Alejandro Martín

Alejandro Martín

Profesor y Director del Programa Superior en Dirección de Ventas de ESIC y Socio-Director de TDSYSTEM.

«Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que se dice». Drucker, P.

Qué triste es encontrarte hablando a la pantalla del ordenador sin saber si hay vida inteligente al otro lado. Qué digo inteligente; a veces, sin saber siquiera si hay vida. ¿Has estado alguna vez en esa situación? Tal vez sí. ¿Te ha agradado? Seguro que no.

Bien, pues si para ti no ha sido satisfactorio, ¿te gustaría que a otra persona le pasara lo mismo? Si la respuesta es positiva, puedes ahorrarte la lectura de lo que viene detrás. Si la respuesta es negativa, te invito a que, cuando participes, observes las siguientes pautas:

Si no dominas el micro como Freddie Mercury, al menos haz un buen uso de él.

¿Dispones de un espacio amplio y silencioso para ti? Si no es así, es bastante recomendable silenciar el micrófono. Ya sabes: si estás en tu casa, el ladrido de tu perro o el ruido de la lavadora al colarse por el micrófono no le añaden valor a la reunión. En el supuesto de que estés en la oficina, procura que no se oiga la queja lacrimosa o el chiste malo de algún compañero. Como te imaginarás, tampoco le aportan ningún valor.

Aunque tu fotogenia no esté al nivel de Brad Pitt o Taylor Swift, no dudes en darle una oportunidad.

Pueden surgir imprevistos, tanto en casa como en la oficina; en ese caso es recomendable desconectar la cámara. El resto del tiempo, salvo prescripción técnica, no dudes en mantenerla abierta. ¿Por qué te lo digo? Simplemente quiero que te imagines hablando a una pantalla sin ver nada y sospechando que el resto de los participantes están durmiendo a rellenando un crucigrama. Como se suele decir, ¡un poco de consideración!

Aunque no seas un orador como Obama, intenta escuchar cuando hablas.

Probablemente tengas una dicción envidiable y seas un campeón respetando los turnos de palabra; no lo dudo. No obstante, si ese no es tu caso al menos al cien por cien, no dudes en escuchar al que habla, pedir permiso para intervenir y cuando intervengas, di algo relevante. Dicen que con la cámara abierta es más fácil transmitir a la otra persona que estás escuchando y, también, saber cuándo tienes que intervenir. Pero bueno, es un decir. Tú mismo.

Aunque no seas jugador de ajedrez, concéntrate en lo que estás haciendo.

¿Te has preguntado qué valor añades a una reunión de la que te ausentas física o psicológicamente? Probablemente no todo el que debieras. Sé que eres una persona muy ocupada y que tu capacidad de hacer multitasking es total. No obstante, córtate un poco de comprobar tu email repetidas veces y leer en tu móvil permanentemente. Seguro que el mundo puede seguir girando sin que tú estés pendiente de ello durante la videorreunión.

Entre Jim Carrey y Keanu Reeves está la justa medida de tu expresividad.

Con la cámara abierta, la mayor parte de lo que proyectamos, fondo aparte, es nuestra cara. Bien, pues podemos intentar ser Jim Carrey y ahorrarles a nuestros compañeros de reunión ver su última película. También podemos imitar esa gestualidad circunspecta o inexpresiva de Keanu Reeves. Si somos tan atractivos como él, a lo menor nos lo perdonan; de lo contrario, resultaremos bastante sosetes.

Recuerda que la silla no es un sofá. Siéntate bien y te sentirás mejor.

Tu silla no es tu sofá ni estás viendo un programa en la televisión como un haragán. La silla puede ser tu aliada o tu enemiga. Tú eliges. Si eres partidario del despatarre, tal vez transmitas una imagen de seguridad y tranquilidad. No lo dudo. Pero lo que sí puedo garantizarte es que los demás percibirán en ti una buena dosis de pasotismo o tal vez de chulería injustificada. Nada bueno, como puedes ver. Dicen, y seguro que tu madre se hartó de recordártelo cuando eras pequeño, que hay que sentarse bien en la silla. Así de sencillo.

Aunque tu sonrisa no sea como la Julia Roberts o Tom Cruise, dale una oportunidad.

No estés enfadado con el mundo. Tampoco lo estés con tus compañeros, al menos no con todos. Prodiga algunas sonrisas. Mostrar afabilidad siempre ayuda a que la reunión fluya con cierto dinamismo y elegancia. ¡Ah!, no olvides que una cosa es sonreír y otra reír; ambas cosas están permitidas y recomendadas siempre y cuando se hagan con mesura. Ya sabes, el papel de risitas o gracioso del grupo no es el adecuado en ese momento. No dudes en utilizarlo en una reunión social. Esta es de trabajo.

No eres un prestidigitador, pero tampoco te han pegado las manos a la mesa.

Sé que algunas personas hablan más con las manos que con la boca. No pasa nada siempre y cuando lo hagan bien y sea de algo pertinente y relevante. También sé que algunos hablan demasiado y mal con ellas. Otros, en cambio, no mueven las manos cuando hablan. Con las manos podemos transmitir ocultación o inhibición si las ponemos debajo de la mesa; crispación si entrelazamos fuertemente los dedos; cierre si nos cruzamos de brazos; nerviosismo si jugamos con un lápiz; y cierta creatividad en el aseo personal cuando nos metemos el dedo en la nariz o la oreja.

Hazlo fácil: las manos encima de la mesa, separadas y usadas para manifestar acción o concreción. No te líes demasiado con ellas. Por cierto, evita hacer el signo de las comillas de manera gestual. Transmite mucha duda o relatividad a lo que dices.

No te toques la cara (demasiado); hacerlo se asocia con inseguridad o coquetería.

Como bien sabes, tu cara es la mayor parte de tu cuerpo que se ve por la pantalla. No dudes en situarte un poco alejado de la cámara para que pueda verse un poquito más de tu cuerpo. Dale una oportunidad a tu camisa o blusa. Dicho esto, tocarte la cara en demasía transmite casi de todo, pero poco de lo que tu quieres transmitir. Nerviosismo e incertidumbre son los principales candidatos. Mentira y coquetería van a la zaga. Como ves, nada bueno.

No eres el convidado de piedra en esta obra. Participa en la videorreunión.

Algunos encajan a la perfección en el papel del convidado de piedra: cámara cerrada, micrófono silenciado y cero intervenciones o bien irrelevantes. Vamos, entre el autismo y la estatua. Y, como puedes imaginar, en una reunión se está para añadir valor, para interactuar, para hacer propuestas u observaciones. De lo contrario, habremos perdido nuestro tiempo y se lo habremos hecho perder a los demás.

¡Ah!, si participas, y no dudes en hacerlo, hazlo cuando te corresponda, habla de algo relevante y di algo que añada valor.

Os recomendamos que no dejéis de actualizaros en las últimas tendencias y adquiráis los conocimientos adecuados. Os invito a que miréis detenidamente el Master in Management.

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  • Marzo 2021
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