Las zonas francas en España: Un impulso para la economía y el comercio internacional

En el contexto actual, con un entorno económico adverso y constantes desafíos logísticos, las zonas francas, también conocidas como áreas de libre comercio, desempeñan un papel crucial en el comercio internacional y en la economía tanto nacional como global. 

¿Qué son las zonas francas? 

Las zonas francas son áreas geográficas delimitadas dentro de un país en las cuales se aplican regímenes especiales de comercio y tributación. Estas áreas están diseñadas para fomentar la inversión, el comercio y la actividad económica, ofreciendo incentivos como exenciones de impuestos, aranceles reducidos y procedimientos aduaneros simplificados. 

España cuenta en la actualidad con un total de siete zonas francas: Barcelona, Santander, Vigo, Sevilla, Cádiz, Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife. La existencia de estas zonas es clave para las empresas exportadoras y la economía española, que, según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), es una de las economías más internacionalizadas del mundo. 

En la Unión Europea, las zonas francas están reguladas en el título VII del Código Aduanero de la Unión (CAU). Se trata de áreas cerradas que se encuentran exentas de ciertas regulaciones aduaneras y fiscales. Estas zonas hacen, por tanto, referencia a dos conceptos: un lugar y unas condiciones aduaneras especiales. Como lugar, es un recinto de parques empresariales sometido a vigilancia, que cuenta con excelentes servicios logísticos y de asesoramiento a empresas, especialmente para su internacionalización. En cuanto a las condiciones, ofrecen notables oportunidades, ya que la mercancía se puede almacenar y transformar sin que esté sujeta a gravámenes, derechos de importación (aranceles) o a ciertas medidas de política comercial de la Unión Europea. A estas ventajas se suman otros beneficios como la conectividad logística, la diversificación sectorial, la simplificación de los trámites aduaneros y una cuestión crítica para la economía española: la atracción de la inversión extranjera. 

La relevancia de estas zonas es más evidente que nunca. Las cifras hablan por sí mismas: alrededor de 21 millones de metros cuadrados de superficie total; más de un millar de empresas instaladas y la generación de alrededor de 200.000 empleos directos e indirectos. Además, contribuyen a impulsar las exportaciones, que suponen aproximadamente la cuarta parte de nuestro PIB, y apoyan la actividad del sector logístico, que supuso un 11% del PIB en 2023.  

¿Qué beneficios tienen las zonas francas? 

El impacto de las zonas francas en nuestra economía es innegable. Parte del éxito se explica por la ubicación estratégica de España, con una importante red de puertos que dan acceso al Mediterráneo, el Cantábrico y el océano Atlántico, y por una extraordinaria posición para ejercer como enlace entre tres continentes: Europa; África, al que nos une la cercanía de las dos zonas francas ubicadas en las Islas Canarias; y América, continente con el que mantenemos importantes relaciones comerciales históricas. A ellos se une Asia, con el que hemos estrechado lazos comerciales tras la firma de varios acuerdos importantes.  

Pero no solo se trata de la ubicación, pues las zonas francas españolas han recibido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales por su excelente infraestructura, el apoyo al desarrollo y la internacionalización de empresas, y la innovación. Algunos ejemplos de dichos reconocimientos son los premios de fDi Intelligence (fDi Free Zones of the Year), concedidos a la Zona Franca de Vigo y a la Zona Franca de Las Palmas; o la distinción otorgada por la Global Alliance of Special Economic Zones (GASEZ) a la Zona Franca de Barcelona por su compromiso con el desarrollo sostenible y el fomento de la inversión en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).  

Las áreas de libre comercio españolas han demostrado su relevancia y excelencia, pero también se enfrentan a algunos desafíos. Estas zonas concentran gran parte de su actividad en sectores concretos; algunos ejemplos son la industria naval y pesquera o el sector automotriz. Diversificar las actividades podría tener un impacto económico aún mayor. De hecho, ya se está trabajando en este sentido promoviendo la atracción de empresas y start-ups del sector de las energías renovables en la Zona Franca de Sevilla y en la de Barcelona. Atraer empresas de este sector ayuda a otro de los grandes retos con los que se encuentran en la actualidad: integrar prácticas sostenibles en su operativa. En este sentido trabaja la Zona Franca de Cádiz a través de Incubazul, una incubadora de empresas de alta tecnología comprometida con la sostenibilidad y la innovación en el ámbito marino (la llamada economía azul) que cuenta con 71 empresas en la actualidad. 

La pregunta que debemos hacernos es si la evolución de las zonas francas debe limitarse a superar estos desafíos o se deberían plantear nuevos incentivos para aumentar el interés de los negocios internacionales. Dada la importancia de la inversión directa extranjera para nuestra economía, esta es una cuestión que debe revisarse, ya que se trata de un activo estratégico para nuestro país. 

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