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Expectativas de futuro de las pensiones | Primera parte

Expectativas de futuro de las pensiones | Primera parte

Comercial y Ventas | Artículo
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  • Febrero 2020
Fernando Castelló Sirvent

Fernando Castelló Sirvent

Profesor en ESIC y Director de CASTELLÓ CONSULTING. Economista; consejero de empresas.

«A largo plazo todos estaremos muertos». John Maynard Keynes formuló su conocido aforismo como resumen de sus dudas sobre ciertas suposiciones de la economía neoclásica.

En el contexto de las pensiones, este artículo de Rethink y su siguiente entrega se orientan hacia la reflexión y el ensayo en torno a las expectativas de futuro que pueden permitirnos superar la contundencia de lo evitable, especialmente en lo que respecta las generaciones millennial y centennial.

Nuestro análisis se centra en el caso español, con sus particularidades específicas, si bien gran parte de las reflexiones de fondo que planteamos podrían resultar extrapolables a muchos países de nuestro entorno.

Considerando una demografía y unas condiciones económicas constantes, las pruebas disponibles sugieren que se necesitan tres años y medio de las cotizaciones actuales para poder financiar (comprar) un año de pensiones futuras.

Con anterioridad a la crisis de 2007, los boomers y el flujo continuo de inmigrantes llegados a nuestro país como consecuencia del período de crecimiento económico anterior hicieron posible la generación del fondo de reserva. Pese a la recuperación económica, en estos momentos la realidad nos devuelve una brecha aún no cerrada en la que el sistema cuenta con más ingresos que antes de la crisis de 2007 a 2011, pese a registrar menor afiliación.

La sostenibilidad del sistema es una condición necesaria para que podamos contar con pensiones dignas y suficientes en el futuro. Tomando cálculos de la Unión Europea a partir de datos del Gobierno de España, en atención a nuestras pirámides poblacionales, los 9,6 millones de pensionistas actuales se convertirán en 15,1 millones de pensionistas dentro de tres décadas.

Se trata de un problema ineludible que todos ignoran. En condiciones constantes, para poder cubrir esta tendencia, los 18 millones de afiliados actuales deberían ascender a 27 millones de afiliados en 2050, un total nunca alcanzado en la serie histórica disponible.

La suma de las pensiones percibidas supera, por término medio, la suma de las aportaciones al sistema. El desequilibrio se vuelve evidente al observar la esperanza de vida actual, de más de 21 años adicionales en el momento en que un ciudadano alcanza su edad de jubilación.

Hasta hoy, el sistema ha demostrado una importante función de redistribución y equidad del estado de bienestar.

Con todo, la transparencia del sistema resulta difusa. Siguiendo el planteamiento del sistema sueco, el uso de los derechos privativos de pensión registrados en cuentas nocionales (individuales), junto con su registro y actualización conforme a la evolución de la esperanza de vida y la previsión de ingresos y gastos del sistema, permitiría mejorar la transparencia de las pensiones. De este modo, sería posible garantizar que un euro cotizado se correspondiera con un euro de pensión real, lo que ofrecería seguridad al sistema y evitaría el riesgo de pérdidas de poder adquisitivo para los futuros pensionistas.

El debate sobre la financiación de las pensiones —particularmente las mínimas y no contributivas—, quizá con cargo a impuestos, devuelve la intuición de una sociedad suficientemente desarrollada en un plano económico como para permitirse garantizar pensiones suficientes. La transparencia del sistema permitirá conocer qué aporta cada cotizante y qué recibe a cambio.

Se debe abordar la sostenibilidad del sistema público de pensiones, y debe hacerse junto con el análisis de las reformas estructurales y de impulso de la productividad de nuestra economía, único modo de incorporar valor añadido a la producción, competitividad en los mercados, incrementos de renta real y aportaciones al sistema.

La realidad es tozuda y ofrece importantes elementos para la preocupación. Debemos recordar que una vía prioritaria para el ciudadano viene representada por la mejora de su formación financiera, lo que hará posible una mejora consistente de su comprensión, capacidad analítica y criterio respecto a los diferentes instrumentos financieros disponibles para su ahorro privado.

Las fintech viven una verdadera eclosión en el entorno de soluciones de ahorro e inversión para particulares y empresas. Existen numerosas alternativas disponibles en el mercado, todas ellas orientadas a facilitar el ahorro.

Algunas herramientas se centran en el redondeo monetario de las pequeñas compras habituales del consumidor y dotan la diferencia entre el precio de compra y el redondeo practicado a productos financieros como planes de pensiones o fondos de inversión. Entre estas aplicaciones destacan Coinscrap, Arbor o Goin.

Otras fintech orientan su acción hacia la configuración de líneas alternativas de ahorro según el nivel de consumo del usuario. Entre estas aplicaciones destacan Pensumo, que convierte el móvil en una hucha virtual —incluso ligando su acción con el consumo responsable y sostenible—, o Vidahorro, que permite la acumulación de hasta un 10% del volumen de las compras realizadas en un centenar de empresas asociadas.

El sector fintech se encuentra en continuo desarrollo, y su volumen adquirirá una gran importancia en los próximos años.

En el próximo post de Rethink abordaremos una reflexión de conjunto sobre el modo en que la sociedad puede afrontar el problema de las pensiones, especialmente en atención a las amenazas que se perfilan ante nuestra economía.

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