Cómo dirigir a los millennials sin morir en el intento
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- Septiembre 2019
- Fecha de publicación
- Septiembre 2019
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Profesor y Director del Programa Superior en Dirección de Ventas de ESIC y Socio-Director de TDSYSTEM.
«Los patos salvajes siguen al líder por la forma de su vuelo y no por la fuerza de su graznido». (Proverbio chino)
«¡Puf! Con estos millennials es imposible. Esto no hay quien lo maneje». Hace un par de días, tomando café, le oí decir esto a mi jefe. Me pareció un poco desalentador y por ello me vi abocado a preguntarle si había algo que le preocupaba, si le pasaba algo. Él —ya sabes cómo es—, me contestó que todo bien, que no había nada por lo que preocuparse. No obstante, yo, —ya sabes como soy—, insistí hasta que me confesó que había salido muy mal valorado en las encuestas de evaluación del desempeño.
Me comentaba, entre compungido y resignado, que le calificaban como un dinosaurio en esto de dirigir personas. Ya sabes: directrices estrictas, recursos escasos para ejecutar el trabajo, corrección en el trato y punto. A trabajar, que para eso se estaba allí.
En estos momentos, me comentó, sus subordinados no eran ya sus subordinados; eran sus colaboradores y no podía decirles «haz esto o aquello», sino que debía sugerírselo. Además, tenía que preguntarles permanentemente si se sentían cómodos en el proyecto asignado, si los objetivos propuestos les resultaban atractivos y si estaban satisfechos con su forma de dirigir.
En definitiva, se sentía más un asistente social que un jefe -como-dios-manda. Porque, claro, si quería ser bien valorado no tenía otro remedio. «Es —se quejaba—una lucha permanente para que te cliquen en el “me gusta”. ¡Qué estrés! Agotador».
Me dijo que había buscado un manual para la dirección de millennials, pero nada. Le habían informado que no existía, que era una forma de dirigir intuitiva-experimental y que estaba muy de moda.
10 claves para dirigir a los millennials:
Yo no era el más indicado para dar fórmulas magistrales, pero le recomendé algo como:
- Asignar proyectos retadores y actividades novedosas en los que pudieran aprender y desarrollar nuevas habilidades y adquirir más responsabilidades; así se sentirían más motivados y comprometidos. Le dije que los millennials no es que huyan de las rutinas, pero que no es lo que más los enamora.
- Proporcionar ciertos niveles de autonomía para realizar el trabajo encomendado, así como flexibilidad en horario y lugar para realizarlo. Eso sí, era importante que el resultado encomendado fuese de calidad y ellos estuviesen motivados. Por supuesto, no se los debe dejar nunca abandonados.
- Utilizar más la autoridad que la jerarquía. Me esforcé por señalarle que no era eficiente aspirar a que una persona haga algo porque se lo imponen. Lo suyo consistiría en utilizar su amplia experiencia y logros para enseñar y ser un referente. Con ello lograría que hicieran lo deseado al haberse ganado su respeto y confianza.
- Acompañar durante todo el proceso para que encontraran sentido a lo que estaban haciendo y se sintieran ubicados en el proyecto corporativo. Era importante que conociera qué les parecía su experiencia en la empresa y la propia empresa como experiencia. Aquí, le señalé, la coherencia entre lo que se anuncia y se hace es clave.
- Ser y estar próximo. La disponibilidad y accesibilidad proporciona esa cercanía que buscan. Pero no debería quedarse ahí; también tendría que estar abierto a sus sugerencias y a sus peticiones. Lo que sí le aseguraba es que esa cercanía era la adecuada para proporcionar un feedback oportuno.
- Reconocer a los colaboradores. Pero, por favor, no solo los resultados. Hay veces que estos son a medio y largo plazo y, en otras ocasiones, no se producen tal como se había esperado. Pero el compromiso, la implicación y el esfuerzo sí se han realizado. Es importante que reconozca también estos.
- Compensar a diferentes niveles. Destaqué que el sueldo era necesario, pero no suficiente. Le extraño un poco, pero enseguida captó que los horarios flexibles, algunas horas libres para asuntos personales, la participación en eventos y el contacto con otros departamentos de la organización podían formar parte de esas compensaciones.
- Aprovechar las competencias digitales. «Sé —le dije—que hoy es punto menos que imposible que un millennial esté mucho tiempo sin su móvil u otro aparato tecnológico». Le sugerí que aprovechara esas competencias para mejorar los procesos e incluso el propio negocio.
- Rediseñar el espacio de trabajo. Aunque a veces no seamos muy conscientes de ello, el diseño condiciona nuestro estado de ánimo y nuestras relaciones con los demás, además de ser un elemento potenciador o inhibidor de nuestra creatividad. Diseñar y digitalizar los espacios de trabajo jugarían a su favor.
- Hacerles sentir el progreso, que son mejores profesionales cada día, que pueden aspirar a más responsabilidades y, por supuesto, a nuevas compensaciones. Le dije que no tuviera miedo a que algunos de los mejores se fueran de la empresa. Que esto siempre era preferible a que se quedaran por ser malos profesionales.
«¿Y eso es infalible?» me preguntó. Le respondí que infalible no era, pero que si no lo intentaba, ese sería su principal error. Y, en cuanto a los resultados, no podía garantizar el éxito al 100%, pero si seguía como estaba, lo que sí que garantizaría es el 100% de su fracaso y pesadumbre.
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