- Fecha de publicación
- December 2020
- Business
- Artículo
Profesor del Executive MBA y del Máster en Dirección de Personas y Desarrollo Organizativo de ESIC.
«… la conciencia que surge de prestar atención, de manera intencionada, al momento presente y sin juzgar» Jon Kabat-Zinn
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Aunque tuve la fortuna de encontrarme con el mundo del yoga, la meditación y las técnicas de relajación cuando empezaba la universidad en los años 80, fue en 2016 cuando tuve la oportunidad de conocer a Saki Santorelli, uno de los impulsores del mindfulness, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, en un retiro de formación de una semana que él lideraba.
Para mí representó un cambio radical: en lo personal removiendo creencias y nudos interiores y en lo cognitivo aprendiendo técnicas y herramientas para mi trabajo como profesor y consultor. Mi percepción y entendimiento sobre la meditación pasó de ser una experiencia práctica, vivida con profunda gratitud y beneficio emocional, a comprender de forma más científica los beneficios que reporta el mindfulness.
Cuando empecé a meditar, estas prácticas parecían algo «hippie» que rozaba la frontera de lo raro y peligroso. Por supuesto, era algo extraño y al margen del mundo social, corporativo y educativo de entonces. Tampoco recuerdo haber conocido a ningún manager, una vez me incorporé al mundo laboral de aquellos años 90, que expresara abiertamente que practicaba técnicas o rutinas cercanas a la meditación o el yoga. Ninguno. Imagino que de haberlo dicho probablemente habría sido cuestionado de inmediato o enviado a las Galias…
Hoy, sin embargo, el mindfulness se está extendiendo entre la ciudadanía: empresas, escuelas de negocio, hospitales, familias... Aparece como una posible respuesta o herramienta personal para navegar por este mundo VUCA + COVID-19 lleno de incertidumbre, ambigüedad y complejidad creciente, que nos hace sentir de forma inevitable nuestra ineludible vulnerabilidad (perdónenme semejante sobrecarga de adjetivos).
¿Cómo permanecer centrado, con energía y ecuánime?:
- en una reunión con tu equipo si el smartphone no deja de reclamar atención;
- si tenemos las agendas cargadas de Zoom, Meet o Teams, uno tras otro;
- si las jornadas son de 24 horas por 365 días;
- si vivimos con grandes inquietudes sobre el futuro de la pandemia y de sus augurios perversos sobre la economía, la pobreza y las diferencias sociales.
En esta época de la velocidad y la inmediatez, aprender a respirar, aprender a observar tu cuerpo y entender los mensajes que te envía, aprender a permanecer consciente de tus pensamientos, emociones, palabras y acciones… parece un reto imposible y poco valorado, porque, o eso parece, lo único que se valora es actuar, actuar y actuar; correr, correr y correr.
Hasta ahora el mindfulness era también poco popular, porque se desarrolla desde un ethos que promueve la gratitud, la compasión, la humildad… ¿Compasión en los mercados y las empresas? ¿Gratitud con los demás? ¿Humildad como código directivo? ¿Es compatible, pues, el mindfulness con el ethos todavía vigente de las empresas y los mercados? ¿Es posible competir con las reglas que conocemos hasta ahora y practicar el mindfulness?
Casi 40 años después de que Jon Kabat-Zinn iniciará este proyecto del mindfulness en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, la meditación se está colando en nuestra vida por la puerta de atrás; mejor dicho, «desde el sótano de abajo», como cuenta su primer alumno y compañero de aventura Saki Santorelli. En aquel entonces cuenta el profesor Santorelli que los llamaban «los del sótano» como dirigiéndose a esos raros que trabajaban, haciendo no sé qué, en aquel cuartucho sin luz. Hoy cada vez más CEO, deportistas, personas del arte, amas de casa, estudiantes de MBA… practican meditación.
¿Qué ha cambiado? ¿Por qué se están abriendo cada vez más puertas a la meditación en tantos ámbitos de la sociedad? Como casi siempre, porque hay beneficios: beneficios personales, grupales y organizacionales asociados a su practica. Demostrados. No hay duda.
Veamos algunos:
1. Enseña a autorregular el estrés negativo y la ansiedad
Este mundo VUCA + COVID puede llevar a muchas personas a padecer estrés y causar en algunos casos problemas de salud psicológica como depresión o ansiedad cuando los niveles de estrés son muy elevados de forma continuada en el tiempo.
La meditación y el mindfulness pueden ayudar a regular los niveles de cortisol, una hormona que se libera en respuesta al estrés. A pesar de que el cortisol es necesario para hacer frente a situaciones donde nos sentimos retados, si generamos demasiado o aumenta en situaciones en las que realmente no lo necesitamos, el exceso de cortisol provoca efectos secundarios contraproducentes: limita nuestro sistema inmunológico, incrementa la presión arterial, nos agotamos antes, estamos irascibles...
Estamos construyendo una sociedad donde nos pasamos el día pisando el acelerador, generando cortisol, y realmente no es necesario ni para ser feliz ni para alcanzar la paz. Tampoco para alcanzar resultados sostenibles. Sin embargo, muchos mensajes que se lanzan (RR. SS., medios de comunicación, líderes sociales por la posición que ostentan y no por sus capacidades ni ejemplo...) despiertan, a través del miedo, esas reacciones llenas de cortisol.
La práctica de la meditación nos ayuda a entrenar la calma, la atención y la ecuanimidad ante la adversidad, lo que contribuye a mejorar nuestra salud física y emocional, y a saber encarar mejor los retos de la vida. Menos cortisol, menos miedo y más educación y más mindfulness.
2. Facilita disfrutar de un sueño reparador
En su libro Vivir con plenitud las crisis, publicado en 2013 por la editorial Kairós, Jon Kabat-Zinn describe como personas que habían pasado por el programa de formación en mindfulness MBSR conseguían conciliar mejor el sueño y descansar por la noche, además de experimentar otros beneficios:
Asistió al programa MBSR con su marido, un electricista que también sufría de hipertensión. Una de las mayores quejas en ese momento era su insomnio, que le impedía dormir bien y la obligaba a permanecer despierta largos periodos en mitad de la noche.
En la época que acabo el programa, Mary afirmó dormir rutinariamente toda la noche (véase figura 3, página 128), su presión arterial había descendido de 165/105 a 110/70 (véase figura 4, página 129) y experimentaba mucho menos dolor de espalda y hombros...
Un rato de práctica de meditación o de body scan o de movimientos conscientes... puede ayudarnos a entrar en un sueño más reparador y que nos prepare mejor para afrontar llenos de energía y más descansados el día siguiente. Un directivo que no duerme bien es como un corredor que empieza su competición ya agotado y sin fuerzas. Un directivo que no descansa bien al día siguiente se relacionará con exceso de susceptibilidad, ira o tristeza.
3. Protege el cerebro y previene el envejecimiento prematuro
Como también señala Jon Kabat-Zinn , «se ha demostrado que nuestros pensamientos y emociones, especialmente los pensamientos estresantes que implican una rumiación obsesiva en el pasado o una preocupación desmesurada por el futuro, parecen influir en nuestras células y telómeros y en el ritmo de nuestro envejecimiento».
El motivo está asociado, además, a niveles excesivos, de forma prolongada, de cortisol y a cómo esto afecta a la mitosis celular y en concreto a los telómeros. Estos son unas estructuras que se localizan en los cromosomas y que se relacionan directamente con la regeneración celular. Si la telomerasa se deteriora, también se deteriora esa regeneración celular a la que está sometido nuestro cuerpo a cada instante simplemente porque estamos vivos. Nuestras células están regenerándose de forma permanente. Por ello, a veces, señalamos, coloquialmente, como alguien sometido a mucho estrés envejece muy rápidamente en pocos meses. Tiene que ver con el estrés, el cortisol y la mitosis celular. Meditar nos ayuda a autorregularnos con menos desgaste emocional y físico; asimismo, a tener más reservas cognitivas, emocionales y físicas.
4. Desarrolla las capacidades de atención, foco y concentración
Los impulsores de las metodologías de productividad siempre señalan la importancia de la capacidad de foco: de traerlo, de sostenerlo y de fluir/trabajar desde ese anclaje. Este vídeo lo explica muy bien aplicado a un jugador de golf: La leyenda de Bagger Vance: Viendo el campo.
Mantener el foco es una habilidad esencial para los directivos en estas épocas de infoxicación, de mundo VUCA, de hiperexigencia, de hipervelocidad... Es importante para redactar un informe, mantener una negociación, entrevistar a un candidato, dar feedback a un colaborador, cerrar un acuerdo... En esencia, es la capacidad de estar presente en el aquí y en el ahora.
5. Potencia y refuerza la inteligencia emocional
Tal y como proponía Daniel Goleman, uno de los padres de la inteligencia emocional, el mindfulness nos ayuda también a desarrollar la empatía, el autoconocimiento y la autorregulación.
Jon Kabat-Zinn también incluye en su libro anteriormente mencionado los resultados de los estudios de Goleman y Schwartz: «Demostraron, a comienzos de la década de los 1970 en Harvard, que, comparados con los no meditadores, los meditadores no solo presentaban una mayor sensibilidad e implicación emocional... sino que también recuperaban más rápidamente que ellos el equilibrio físico y mental».
Es imposible ser empático con las venas rebosantes de cortisol. Es muy difícil ser empático si nuestras ondas cerebrales son beta o alfa... El mindfulness nos ayuda a autorregularnos y a ser capaces de conectar con nosotros mismos y los demás. Es esencial para ejercer de líderes, directivos, colegas o padres.
Estos y otros beneficios (mejora la toma de decisiones, la creatividad, la capacidad de mantener el pensamiento crítico o la resolución de problemas complejos) hacen que la práctica del mindfulness esté cada vez más extendida.
Sin embargo, no quisiera terminar esta reflexión sin señalar la que para mí es la más significativa contribución de la meditación: recuperar nuestra soberanía interior.
Es aprender a ser soberanos de nuestro comportamiento, de nuestros pensamientos y emociones. El mindfulness es un camino de despertar de la intoxicación cultural, ya proceda de la sociedad, de la propia empresa, de tu tribu, de tu familia o de las que cada uno nos generamos: un camino para liberarnos de los automatismos de cómo se debe responder ante los retos de la vida y de los mercados.
Un directivo soberano de sí mismo es aquel que sabe decidir cómo responder ante otros más allá de la cultura en uso, más allá de costumbres y automatismos, más allá de emociones que le desbordan, ya sean producto del miedo, la vulnerabilidad o la decepción. Ser soberano de uno mismo implica que colaboradores, jefes, clientes, proveedores… reciben la respuesta consciente que demanda el momento presente, el proyecto presente, el cliente presente.
El mindfulness es una forma de aprender a desaprender nuestras escalas de inferencia (aquellas que describía el profesor Argyris), a escuchar qué está pasando en mí y, desde ese entendimiento, a permitir mi propia transformación y la de mi equipo. Antes de reaccionar, hay que entender. Antes de decidir, debo cuestionar mis impulsos y mi piloto automático. Lo llamamos soberanía interior.
Practicar el mindfulness es aprender a responder, que no es lo mismo que reaccionar. Es liberarnos de nuestras ataduras culturales (creencias, prejuicios, miedos…) porque aprendemos a observar, escuchar, ver, sentir… antes de responder. Fuera el piloto automático. Fuera rumiaciones. Es volver a la experiencia directa para entender qué respuesta requiere la situación: sin prejuicios, sin miedos al pasado o al futuro, sin ira o aversión…
¿Que si es necesario el mindfulness en el mundo actual?
Sí, sin duda. Eso o seguir prisionero de condicionamientos aprehendidos, de automatismos que en entornos estables quizás servían para manejarnos en el entorno profesional. Pero en este VUCA world + COVID-19 esas respuestas sin conciencia ya no valen. El mundo está en permanente cambio y las personas necesitamos recuperar nuestro centro interior con atención plena.
El mindfulness es recuperar energía y es no perder energía ni por hiperacción ni por sobreactuación ni por rumiación del pasado y el futuro.
Aprender mindfulness es aprender a ser soberanos de nosotros mismos y ciudadanos empoderados.
[1] Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud las crisis, págs. 129 y 130.
[1] Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud las crisis, pág. 24.
[3] Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud las crisis, págs. 369-370.
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