El Internet of Things (IoT) permite crear y transmitir datos, pero también representa un riesgo, ya que la información puede ser el objeto de un ataque cibernético por un hacker informático. Cada vez se transmiten más y más datos. Esto significa que los riesgos son más altos y que las brechas de datos podrían representar un peligro significativo tanto para las personas como para las empresas.
Una encuesta realizada por Accenture, “Digital Disconnect in Customer Engagement”, afirma que el coste estimado que supone que un consumidor descontento cambie de proveedor supera los 126.000 millones de euros en España, siendo un servicio de atención deficiente una de las principales causas de abandono.
ICEMD ha celebrado la jornada en Ciberseguridad y Compliance para hablar sobre las políticas que garantizan el cumplimiento de la seguridad cibernética en las empresas. En ella, los expertos han señalado cuales son las razones por las que es imprescindible proteger la información personal de los clientes y de los empleados; qué buscan los ciberdelincuentes y cómo sacan rédito de sus acciones; o de cuál es el posible impacto de un ciberataque para una empresa, con independencia de su tamaño, en términos económicos y de negocio.
No hay duda de que una de las variables distintivas de la economía digital ha sido la intensa innovación tecnológica que a través de dispositivos, contenidos y aplicaciones, ha revolucionado la forma en la que comunicamos, producimos, nos relacionamos y comerciamos. Pero me temo que esa fuerza transformadora de lo digital es tan solo la punta del iceberg de algo mucho más profundo y oculto, como es el modelo de negocio en el que se sustenta.