Traigo una mala noticia: por vuestro cuerpo circulan partículas tóxicas. Sí, están dentro de vosotros. Puede que aún no lo sepáis, pero corréis el riesgo de convertiros en seres tóxicos. Es duro, me consta, pero debéis afrontarlo.
Nos encontramos ante una realidad tan compleja como excepcional. Resulta complicado legislar un conjunto de medidas de choque de tipo sanitario y económico, limitando movimientos y actividades, y que no termine por recordarnos a George Orwell. Desde un plano económico, todo nos devuelve a la crisis crediticia de 2008. Sin embargo, la naturaleza de esta crisis es diferente. Aquí concurren simultáneamente shocks de oferta y de demanda.
En la entrega anterior, "Expectativas de futuro de las pensiones |Primera parte" adelantábamos unas cuantas ideas sobre el futuro de las pensiones, incidiendo sobre algunos de los problemas que afronta el sistema, fundamentalmente a partir de la productividad de la economía española y, en particular, conforme al reto demográfico que representan la mayor longevidad de las generaciones actuales (y futuras) y unas tasas de natalidad muy alejadas de niveles óptimos.
«A largo plazo todos estaremos muertos». John Maynard Keynes formuló su conocido aforismo como resumen de sus dudas sobre ciertas suposiciones de la economía neoclásica. En el contexto de las pensiones, este artículo de Rethink y su siguiente entrega se orientan hacia la reflexión y el ensayo en torno a las expectativas de futuro que pueden permitirnos superar la contundencia de lo evitable, especialmente en lo que respecta las generaciones millennial y centennial.