Cuando se mira desde el exterior hacia la ciberseguridad, parece que todo es ataque y defensa, tecnología para atacar y tecnología para defender. En definitiva, un escenario donde la brillantez de las personas y las capacidades técnicas marcan la diferencia para que tu empresa o tu gobierno no aparezcan tras la palabra “brecha” o “millones de datos robados” o “hackeada la empresa X”. En realidad, son otros factores los que marcan la diferencia de verdad y, entre estos, está el cumplimiento o compliance.
El proceso acelerado de globalización en que nos encontramos y la rivalidad competitiva que trae con ella, así como el incremento de la complejidad, la incertidumbre y la turbulencia de los mercados, han creado un entorno en el que mantener una ventaja competitiva durante un largo período de tiempo es difícil de lograr, sino imposible. Como consecuencia, algunas empresas, especialmente grandes organizaciones, están abordando cambios en la forma de organizar sus procesos y disponer de sus recursos para obtener ventajas competitivas transitorias.
Mediante el mind decoding se sabe de forma inequívoca cómo son percibidas las marcas y si la imagen que transmiten cumple plenamente con sus objetivos. No te pierdas la opinión de Fernando Maestú, Director de Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional Centro de Tecnología Biométrica de la Universidad Politécnica de Madrid.
El test de intrusión o hacking ético, no sólo es un servicio o herramienta para grandes multinacionales. Ahora cualquier Pyme puede y debe contratarlo, o bien formar a sus equipos.El hacking ético puede verse como el complemento perfecto para el departamento de informática, pero sin ninguna duda, hasta el CEO de una compañía, debería tener nociones básicas, como las tiene de contabilidad, comercial, producción…para poder entender una auditoría de este tipo o incluso usar esas nociones para el propio bien de la empresa.