El concepto de “diseño centrado en el usuario” consiste en diseñar desde el punto de vista del usuario final, de cómo utilizará y entenderá la web, dando especial importancia a la utilidad de la web y a que su contenido sea interesante para nuestro usuario. Este tipo de diseño, al tener siempre en mente la satisfacción del usuario, originará webs útiles que los usuarios querrán usar.
Se trata de un canal que ya no se limita a jóvenes con conocimientos informáticos, sino que es utilizado cada día por millones de personas de todas las edades para realizar sus compras, desde los productos de supermercado hasta incluso un coche.
La curiosidad por saber qué hacen otros con el producto o cómo lo evalúan les lleva a esa búsqueda de información, que se convierte en un factor de decisión clave para la compra. Por lo tanto, los millennials han creado sus propias reglas de compra, y es el momento de las marcas para renovarse o morir. La clave es centrarse en la experiencia de compra y monitorizar todo lo que se habla en internet de su producto. “Los Millennials compran diferente, y tú, ¿estás vendiendo diferente?”.
De entrada, el contexto respecto hace sólo dos años ha cambiado. Suena exótico, pero ha girado. Recordemos que, según Google, un usuario consume de media 10 piezas de contenido antes de vincularse con una marca. El uso de las plataformas más visuales ha aumentado. Es decir, plataformas como Instagram ya con 400 millones de usuarios, o la potente Snapchat están copando la atención de los usuarios. Y eso condiciona directamente las estrategias en medios sociales. El tiempo de atención es la nueva economía.