Estamos acostumbrados cómo sociedad a nombrar la palabra pacto social cómo una manera de quedar bien, seguramente modernos y pensar que sí o sí representa una cosa positiva para todos.
Pero realmente, ¿qué implica un pacto social? ¿a qué actores tendría que incluir ese pacto? ¿qué necesidades debería satisfacer?
Durante la mesa redonda hemos tenido la suerte de contar con diferentes personalidades muy importantes, cada una dentro de su sector (política, economía, periodismo…) y se han podido ver las diferentes orientaciones que hay en esos grupos.
Cuando hablamos de pacto social pensamos en la sociedad, obviamente, pero hay que ver a quien le interesa ese pacto o quién lo reclama.
¿Cuál es la realidad?
En primer lugar, una realidad es que la sociedad es más rápida que el estamento político y que las empresas, muchas veces, llegan a dar más soluciones sociales que la propia clase política. Eso no es ni mucho menos una crítica hacia al estamento político, sino que las empresas cuentan con la agilidad y los mecanismos que no tienen en las instituciones públicas.
Además, recientemente hemos demostrado que cómo sociedad somos capaces de hacer cosas que antes creíamos que no podíamos hacer y, por lo tanto, nos creemos capacitados para poder cambiar muchas reglas.
¿Tenemos miedo al cambio?
Desde algunos sectores hemos visto cómo se niegan por absoluto a romper los marcos tradicionales y hay cierto miedo a romper ese preciado “status-quo”, y de cierta manera se ha intentado con la entrada de nuevos actores en política y de grandes corporaciones entrando en aguas dónde antes no eran capaces de hacerlo.
Lo que está claro es que hay que avanzar. Cómo en marketing no podemos solo quedarnos con herramientas inventadas a lo largo de los años 70 y 80, en una sociedad no podemos quedarnos con un marco establecido en 1978.
El capitalismo ha evolucionado, y con él las empresas, que han pasado de actuar únicamente por beneficio económico, a tener que cumplir con una responsabilidad social corporativa y a tener un propósito más allá del lucro.
Así que es obvio que no sabemos si lo necesario es un pacto social, ni tan solo tenemos que definir a los actores que tienen que incluirse en este, lo que está claro es que el mundo está evolucionando a una velocidad de crucero, y que lo válido hace cinco años seguramente es menos válido hoy y, por lo tanto, los diferentes actores influyentes en la sociedad y en los países, especialmente en España, deben de estar a la altura y adaptarse a las diferentes necesidades y tendencias de la actualidad.