“A VECES TOMAMOS LA DECISIÓN CORRECTA, Y A VECES HACEMOS QUE LA DECISIÓN SEA LA CORRECTA.”

En la vida y en los negocios se tienen que tomar decisiones difíciles, independientemente de las circunstancias en la que nos encontremos, considero que necesitamos transcurrir por 3 etapas que podrían marcar una gran diferencia en el proceso.

Primero debemos identificar el problema, la relación causa/consecuencia y el impacto en los resultados que esperamos obtener.

Segundo, realizar un diagnóstico, es decir aplicar la frase “detenerse y pensar antes de actuar”. Es necesario realizar un análisis de los datos e información que disponemos. Nunca vamos a disponer del 100% de la información ni tampoco vamos a poder confiar en su totalidad. Pero necesitamos que sea la suficiente para permitirnos dotarnos de los conocimientos y avanzar hacia una dirección. En esta etapa es importante no excederse con el tiempo de análisis. Una decisión precipitada puede que no explore suficientes posibilidades y, en consecuencia, dejen pasar la mejor alternativa. Y una decisión tardía puede dejar ir oportunidades únicas.

Por último, actuar y encontrar la solución. Considero que en esta última etapa necesitamos tener la convicción basada en nuestros principios y valores, experiencias pasadas e intuiciones de que es la decisión correcta, y dedicar todos nuestros esfuerzos en obtener los resultados esperados.

También debemos tener en cuenta que podemos estar equivocados, siempre hay un riesgo y un margen de error que debemos asumir. Para ello debemos ser capaces de asumir la falta y volver a internarlo.

Es importante que podamos tener la capacidad para cambiar y adaptarnos lo más rápido posible ante variaciones en el entorno que puedan afectar nuestras decisiones finales.

Hay muchas situaciones que no podemos controlar, pero si podemos controlar nuestras acciones sobre esas situaciones.

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