Esta actividad fue totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados. Una especie de simulador, de manera que podías realizar el curso de manera autónoma y paso a paso en nuestro tiempo.
Lo que realmente no me esperaba es que hubiera una cantidad tan alta de vídeos, pero sobre todo, la calidad del contenido narrado por las personas que intervenían en él. Cada uno escondía una historia presuntamente real que te hacía parar a reflexionar durante varios minutos acerca de tus decisiones y acciones en el pasado.
El poder de la realidad
Personalmente, me llamó muchísimo la atención, una que explicaba un señor que viajaba en un vuelo y pedía un zumo. La azafata de vuelo no quería entregárselo, ya que estaban en un momento en el cual no era permitido. Y eso me lleva a pensar que, obviamente, las normas están para cumplirlas, pero si una persona pide una cosa repetidamente, ¿no deberíamos pensar si es que realmente es una necesidad urgente? Ese cúmulo de respuestas negativas acabó en una bajada de azúcar, pero a mirada de todos los especialistas que no sabían sus peticiones previas, eso era un ataque al corazón y, por tanto, se activó la alerta en el avión.
La importancia de las decisiones
Esta primera parte nos resalta que cualquier decisión es importante. No solo los ejecutivos de una empresa toman decisiones relevantes, sino que todos nosotros en nuestro día a día tomamos decisiones que de bien seguro impactan en nuestro presente y en nuestro futuro. Es por eso por lo que hay que saber darle la importancia que merecen cada una de ellas y tener claro cómo y que hacer en el proceso de decisión.
Siguiendo con la historia anterior, después que todos los médicos actuaran desesperadamente cómo si fuese un ataque al corazón, uno de ellos se aturó y fue a preguntarse el por qué, ¿Qué había sucedido los momentos previos al “ataque”? Y ahí estuvo la respuesta para encontrar el problema. Bajada de azúcar que se curó con una solución rápida. Darle un zumo.
La clave de todo esto está en saber qué hacer. Cuando hay que actuar no es mejor el que más hace, sino el que tiene más claro cómo hacerlo.
Más aún, cuando hablamos de decisiones grupales o que afectan a toda la empresa, todo un colectivo… hay que saber establecer los roles y dejar que las ideas fluyan para al final tomar una decisión que haga sentir a todo el equipo cómo si fuera la suya propia.
En definitiva, todos y todas queremos sentirnos valorados, todos queremos formar parte de las decisiones, pero no todos sabemos tomar el camino correcto en un determinado momento, y es por eso por lo que hay que confiar en el equipo y entre todas ser partícipes de los mejores caminos.