“Para los iguales igualdad, para los desiguales desigualdad”. Esta es una de las frases más reconocidas del filósofo Friedrich Nietzsche publicada en su libro El crepúsculo de los ídolos. El término desigualdad no es algo nuevo que ha aparecido en estos últimos años, sino que ya es una lacra que afecta a la humanidad desde hace muchísimos años. Pero, como ciudadanos, ¿de verdad sabemos que significa desigualdad? “Que la gente no puede vivir con la renta que obtiene” o “falta de igualdad” y para otros “está muy marcada por lo que no podemos hacer en vez de estar marcada por el talento para fomentar la igualdad” son algunas frases destacables.
La desigualdad es un tema muy latente actualmente en los medios de comunicación ya que es una preocupación para la sociedad que se ha acrecentado con la reciente pandemia de la COVID-19. La contracción que ha sufrido el PIB de numerosos países ha sido la más alta desde 1870 (Banco Mundial, 2021) y como dice el secretario general de Naciones Unidas “si todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en súper yates mientras otros se aferran a desechos flotantes” (Antonio Guterres, 2022). En esto es dónde se nos ha querido remarcar la gravedad del problema que con esta reciente crisis sanitaria ha provocado que la distribución de la riqueza sea todavía más desigual. Por ejemplo en España antes del COVID la tasa de pobreza severa era del 9,2% y ahora se sitúa en el 10,86% (Informe Oxfam, 2022) mientras que los ricos siguen siendo todavía más ricos. Obviamente hay algo que no estamos haciendo bien y muy probablemente es un problema que viene de raíz tal y como pudimos escuchar durante las explicaciones de los ponentes.
¿Por qué de raíz? Porque es un problema que empieza desde abajo y que se agrava hasta arriba, afectando a sectores como la sanidad y la educación, y es aquí donde más notamos la desigualdad. Que los niños y las niñas tengan las mismas oportunidades de desarrollo profesional, que la sanidad sea accesible para todo el mundo y no que haya países dónde niños y niñas sigan muriendo por enfermedades que en países de occidente hay vacunas para prevenirlas.
Desde mi punto de vista hay ocasiones que no focalizamos muy bien el tema del que estamos hablando. Por mucho que sea un problema latente no tenemos que decir que “vamos a solucionarlo”, no, hay que actuar en la raíz del problema, en la educación. Hay que educar en igualdad y enseñar esos valores. Considero que somos nosotros, las personas, los que tenemos que buscar dónde se va generando esa desigualdad e ir corrigiéndola. Los que movemos el mundo somos nosotros, los que caminamos por la calle cada día y vemos los problemas que existen somos nosotros, los que somos capaces de generar un cambio y expandirlo a todos los niveles somos nosotros. Pero para mí es importante no sólo corregir las desigualdades más cercanas a nosotros, de hecho creo que si en otros lugares hay desigualdades llegará un tiempo que a mí también me afectarán, y sé que será igual de duro de vivir. ¡Actuemos ya!