En la actualidad, casi todo lo que nos rodea está inmerso en un constante cambio, lo que nos obliga tener que estar continuamente adaptándonos a nuevas rutinas, prácticas y comportamientos, modificando nuestra mentalidad y nuestro día a día sin parar.
Esto no es tan fácil como parece. Por su propia definición, la gestión del cambio abarca todas aquellas medidas que tomamos al pasar del estado actual a un estado diferente.
Como bien dijo Darwin, solo los que se adaptan al cambio sobreviven. Por ello, es esencial desarrollar las habilidades que nos van a permitir navegar por el cambio con éxito.
La mayor parte de la población tiende a reaccionar con miedo ante cualquier posible cambio.
Sin duda, la skill imprescindible, para comenzar con buen pie, es no atribuirle fracaso al cambio. No pensar que todos los cambios van a suponer una catástrofe, tener una visión optimista al asumir nuevos desafíos, confiar en que el cambio puede ser una oportunidad de mejora.
Por el camino, todo cambio va a suponer la aparición continua de distintas emociones, no solamente el miedo, por lo que será fundamental saber manejar los sentimientos de uno mismo, desde el entusiasmo tras un éxito, la ansiedad por la incertidumbre, hasta la difícil recuperación tras un fracaso.
En algún momento en el que la persona se desborde, serán fundamentales las personas de su entorno. Pueden llegar a jugar un papel clave en ayudarle a navegar por los altibajos emocionales que son consecuencia del cambio. Tu entorno te ayudará a eliminar los obstáculos, restablecer las prioridades y hacer que vuelvas al camino a seguir.
Sin embargo, será idóneo desarrollar habilidades por ti mismo para controlar tu actitud durante todo el recorrido del cambio. No solo será clave, como hemos mencionado, la inteligencia emocional. Esta debe ir acompañada de un pensamiento analítico, evaluar la verdadera importancia de las cosas y estudiar las posibles consecuencias como medio de anticipación.
Paralelamente, se debe pensar fuera de lo habitual, tener distintas perspectivas del problema, para evitar quedar atrapado en dinámicas negativas o sin resultado.
Por último, se debe trabajar en el desarrollo de la resiliencia, aprender a recuperarse de los desafíos, avanza aunque existan dificultades, y en todo momento, ten una mentalidad abierta al aprendizaje continuo en cada movimiento que se produzca a lo largo del camino hacia el cambio.