GESTIÓN DEL CAMBIO

El cambio es una constante continua en el actual entorno empresarial. En este contexto será fundamental saber cómo aprovecharlo al máximo e identificar las oportunidades que brinda dentro de la organización.

Para uno mismo, el cambio supone cambiar las formas en la que se hacen las cosas y por ello es necesario liderar a los grupos en la mejora de los procesos, cambiar la mentalidad de operar para conseguir resultados diferentes y dejar de lado aquellos comportamientos y hábitos que ya no sirven.

Para preparar un escenario óptimo en el que se alcancen resultados positivos, se deberá de navegar por el cambio continuo, capacitar al equipo, liderar una iniciativa, y por último abordar la resistencia al cambio, presente en muchas ocasiones.

El cambio trae consigo emociones que van desde la emoción hasta el miedo. Por esta misma razón es de vital importancia saber manejar las emociones que este genera y desarrollar la capacidad de recuperación para recuperarse de los desafíos. Para manejar estas emociones, es recomendable empezar por nombrarlas en el momento que el cambio se produzca, ayudando de esta manera a identificarlas e idear acciones para superarlas. Posteriormente, para mantenerse productivo se debe buscar trabajar la resistencia y preparase para el aprendizaje de nuevas habilidades que a menudo implica el cambio. Para conseguir esto es recomendable empezar pequeño, centrándose en el desarrollo de una o dos habilidades, nombrar los resultados, definiendo lo que se busca conseguir, encontrar los recursos apropiados para conseguirlo y por último hacerlo social, consiguiendo así una motivación extra. Una vez se ha conseguido adquirir las nuevas habilidades, igual de importante es mantenerlas, y dejar de lado en ocasiones hábitos que muchas veces nos mantienen en comportamientos improductivos.

En segundo lugar, inspirar al equipo haciendo que sea seguro para ellos tomar riesgos y programar el tiempo para buscar ideas es otro de los factores a trabajar para una correcta gestión del cambio. El equipo deberá de contar con la información necesaria sobre los procesos de trabajo y las necesidades del cliente que anime al equipo a áreas de mejora continua, en la que los miembros se sientan seguros al probar cosas nuevas, y aumenten sus niveles de compromiso, productividad y creatividad.

Por otro lado, incentivar este cambio debe de ir liderado por un líder que sepa cómo lograr la participación del equipo en los proyectos y cree planes flexibles que mantengan este impulso para el cambio. Para conseguir esto, es importante empezar por comunicar por qué se está produciendo el cambio, defenderlo comunicado el alcance que tendrá, guiar al equipo a través del proceso y escuchar y abordar las preocupaciones del equipo.

Por último, será necesario hacer frente a la resistencia al cambio, que en muchas ocasiones supone un freno a la evolución dentro de los equipos, y hacer que los resistentes sean parte de la solución. El cerebro humano de por sí está condicionado para resistir el cambio, y mantener las cosas como están, por lo que será responsabilidad del gerente motivar al equipo a que le cambio suceda.

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