El concepto crisis nos trae a la cabeza palabras como caos, complejidad, desorden o incapacidad de solucionar algo. Estos períodos o momentos de crisis suelen difíciles y acarrean situaciones dolorosas e incluso devastadoras. Sin embargo, también son momentos de cambio para marcar diferencias, en los que se deben dar respuestas innovadoras a los problemas que surgen.
En el mundo empresarial es muy común pasar por etapas duras que tienen difícil respuesta y por ello el equipo de trabajo junto con el líder deben trabajar de manera coordinada. Existen algunas habilidades muy importantes que deben incorporar estos equipos como son la capacidad de respuesta rápida, la destreza de conectar con los empleados, el hecho de recuperarse y aprender de las dificultades, y la comunicación fluida y continua dentro de la organización.
Como líder de un equipo o una empresa es crucial que, en momentos complejos de crisis, sigamos estos pasos:
- Diagnosticar el problema y detectar la oportunidad de cambio.
- Trabajar en conjunto, como una familia.
- Monitorizar el trabajo definiendo claramente las funciones de todos los integrantes del equipo.
Es muy importante trabajar velozmente en estas situaciones y para ello se debe analizar la situación en profundidad, recabar información de las personas y establecer un plan de actuación. Estos planes deben ser pequeños, bien definidos, muy claros y sumamente flexibles. A su vez, es crucial estar preparados para cualquier complicación o contratiempo que surja en el nuevo plan de acción. Ante estas situaciones debemos mantener motivados al equipo de trabajo y hacerles ver que las dificultades son parte del trabajo diario.
Estas situaciones solo se superarán si la comunicación se da en todas las direcciones y de manera fluida entre todos los trabajadores. Hay que escuchar los problemas que tienen los empleados en su puesto, las soluciones que proponen a la crisis y las necesidades que demandan para mejorar su rendimiento. Por ello, es importante establecer una rutina de comunicación diaria para tratar los temas más urgentes y para comunicar los avances, logros y buenas noticias que ocurran en el día a día, ya que todo no iban a ser problemas.
Los momentos de crisis agotan física y mentalmente, es por esta razón que tener un líder compasivo mejora la resiliencia y la productividad del grupo. Con el fin de transmitir al equipo de trabajo que realmente eres un líder al que le importa su grupo, se tendrán que hacer propias las necesidades de los demás, se requerirá ser honesto y real con los compañeros, y se deberá inspirar confianza y motivación en los demás trabajadores.
Después de las situaciones complicadas como son las crisis, no podemos esperar que todo vuelva a ser como antes, sino que más bien surgirá una “nueva normalidad”. Para esto, todos los empleados se tendrán que adaptar a esta situación de manera cognitiva y emocional, el líder debe guiarlos para encontrar su lugar en la nueva realidad. Sería una buena idea ofrecerles una retroalimentación de su rendimiento durante el momento de crisis y cómo podrían desarrollar sus puntos débiles. Además, es importante prepararse para posibles futuras crisis que surjan en la organización y establecer medidas preventivas que deben implementarse. Por último, nuestra cabeza debe permanecer siempre lo más imaginativa posible, con ideas innovadoras que se salgan de lo común y mejoren la capacidad de respuesta de la empresa.
A través de la habilidad de gestionar momentos o períodos de crisis se aprende a:
- Adaptar los planes a las necesidades a través de rápidas y decisivas decisiones.
- Conectar y hacer sentir cómodos a nuestro equipo durante las crisis para que permanezcan resilientes y productivos.
- Comunicarse de manera clara y concisa, desmintiendo rumores y contando toda la información de la que disponemos.
- Ayudar y guiar a los miembros del equipo de trabajo a recuperarse de las dificultades, compartir los conocimientos adquiridos y ganar una nueva forma de trabajar, más flexible y basada en respuestas rápidas.