La situación actual ha permitido el avance de la internacionalización de las empresas, las cuales se están sirviendo de la Revolución 4.0. para hacer posible tanto las nuevas adaptaciones de modelos de negocio como la incorporación de modelos nuevos que, de forma intrínseca, llevan por naturaleza la tecnología incorporada.
La apertura de las empresas al resto de países puede suponer uno de los mayores retos de la historia de la organización y es por ello por lo que el capital humano de la empresa debe ser valioso, para que estos sean capaces de mantener relaciones internacionales de mercado en cualquiera de los países en los que la empresa desee tener proyecto de crecimiento. Se han de tener en cuenta la cultura del país destino y las costumbres, pasadas y actuales, que la sociedad del país estila y mantiene como sello de identidad. Consecuentemente las personas de la cultura extranjera deben sentir el respeto que representa el delegado de la empresa externa, así como este último debe sentirse capacidad, apoyado por la empresa y conocedor de la cultura del país. Estos tres últimos aspectos tienen finalidad concisa. Tras el estudio previo de la empresa que quiere abrir nuevas vías de mercado, será la persona delegada la que compruebe tácticamente dónde el producto/servicio desarrollará su función, si será aceptado por la sociedad de ese país o por el contrario, será rechazado, cuáles serán las causas de esto último y en qué se debe adaptar la cadena de valor de la empresa en este país para que el producto/servicio cumpla tanto con las expectativas previstas tanto por la sociedad como por parte de la propia empresa que, anteriormente, ha visto una oportunidad de mercado en dicho país. Por ello es sumamente relevante el conocimiento de la cultura externa, para la consolidación de la interacción con los clientes y afianzamiento de la empresa en el país, habiendo generado cierto flujo de trabajo y que éste diluya en vías de crecimiento, aportando valor a ambas partes del mercado.
Las relaciones comerciales internacionales para una empresa, sector o economía nacional son uno de los aspectos más complicados y uno de los factores más influyentes es la diferencial cultural, ello constituye incluso la alteración de la misión de la empresa en dicho país, así como la adaptación del modelo de negocio, proporcionando un carácter intercultural para el entorno económico en el que se encuentre.
Los delegados, del país de origen, que se encuentren en el país destino, son conscientes de los objetivos de su empresa: afianzar la nueva vía de mercado, tratando de interferir en el pensamiento de una persona que, manteniendo una cultura diferente, se vea persuadida y decida fomentar la nueva oportunidad. Este reto que se plantea es de lo más inequívoco que puede acometer una organización, ya que si el enfoque se recibe con éxito en el país destino, el éxito de la empresa, si es bien gestionado, puede asegurar que desarrolle su función con ciertos logros que permitan que la aportación de valor para la sociedad sea satisfactoria.
A condición de que la legislación internacional lo permita y la cultura empresarial tenga propósitos de crecimiento, la internacionalización de una empresa significa la apertura a la economía global, así como el fortalecimiento de la empresa en sí. Aspecto relevante que puede fomentar la estabilización de la economía internacional y generar riqueza en aquellos países en los que la organización ha decidido llevar a cabo su aportación de valor. Siempre que se tenga en cuenta tanto el capital humano y la diferencia cultural tenga sinonimia con el propósito y desempeño de la empresa en la nación destino. Propósitos que suponen un reto, no solo a nivel organizacional, sino personal. Todos aquellos empleados, delegados, directivos y agentes de la empresa que dediquen sus esfuerzos a la expansión, deben saber hacer un esfuerzo que por consiguiente fomentará sus habilidades personales y profesionales.
En conclusión, procesos como el de la cohesión y respeto de culturas por parte de organizaciones, son fundamentales para la economía ya que fomentan su robustez y el entendimiento entre países, teniendo un impacto positivo en la sociedad, siempre que se realicen operaciones por el bien común.