Hace años atrás, la colaboración entre empresas era entendida como una forma de mejorar las relaciones laborales y el clima de trabajo, mientras que actualmente se concibe como una de las bases fundamentales de todas aquellas empresas que busquen crecer, mejorar su productividad y, por supuesto, su cuenta de resultados.
Por otro lado, la llegada del coronavirus ha creado un nuevo escenario haciendo de la búsqueda del bien común una prioridad general, dejando incluso de lado las necesidades individuales. Tanto es así que son muchos los que aseguran que la pandemia nos ha vuelto una sociedad mucho más colaborativa y como no esto también se aplica al ámbito empresarial.
Para poder colaborar globalmente y embarcarse en negocios con empresas de otros países es necesario entender y aprender de las diferentes culturas con las que vamos a trabajar y de esta manera poder derribar las diferentes barreras que puedan aparecer, para poder establecer una relación empresarial fuerte y fructífera.
Este cambio en la mentalidad de las empresas y en su forma de trabajar, en cuanto a la colaboración global, está causado por varios factores, ya que actualmente nos encontramos ante una economía globalizada, en la que no existen barreras entre los distintos mercados y las empresas tienen disponibilidad en todo el mundo y, por tanto, no es raro ni chocante trabajar con personas de diferentes nacionalidades, lo que implica un idioma, un huso horario y unas costumbres y cultura muy dispares entre sí.
En este escenario que se plantea, las empresas deben trabajar duro y sacar todo su armamento, preparándose y preparando a sus empleados, para hacer frente de la mejor forma posible a dichas barreras que pueden frenar la cooperación. Estas barreras son las mismas para todas las empresas y para todas las personas, pero, además, también lo son para cualquier industria o sector y para cualquier mercado del mundo, por lo que es un problema que afecta a todos por igual, ya que todos vemos la vida de forma distinta al resto.
De todas las barreras quizás la más complicada de manejar sea la cultura que, según Harvard “es un sistema compartido de significado, ideas y pensamientos que guía las percepciones y la comprensión del mundo de un grupo y que da forma al comportamiento de los miembros del grupo”. Es decir, es la forma en la que, un grupo de personas ya sea por su religión, costumbres, aficiones o el entorno donde viven, actúan y entienden el mundo que los rodea y que, por tanto, hay características en las personas relacionadas con su cultura que nos pueden resultar más complicadas ver a simple vista, lo que supone un gran problema. Para poner remedio a esta problemática las empresas deben fomentar el conocimiento de otras culturas, a través de actividades de formación o actividades individuales como la música, la lectura, el cine o el teatro y por medio de todas estas conseguir retener y desarrollar dentro de la empresa la inteligencia cultural, la cual es indispensable para llevar a cabo una colaboración global.
Por último, para que las empresas logren con éxito llevar a cabo un negocio en el que están colaborando, es necesario establecer unas bases en las que la confianza y la empatía rijan en todo momento la forma de actuar de las mismas y estas luchen por alcanzar los objetivos que han marcado en común.
Los negocios los hacen las personas y cada persona es distinta a las demás, por ello es crucial saber leer entre líneas, hacer frente a los desafíos que la colaboración global supone y adaptarnos de la mejor manera a las situaciones que puedan crear conflictos entre diferentes culturas.