Vivimos en un mundo cada vez más conectado. La era de la industria 4.0, la adhesión de las tecnologías a los negocios y un contexto intercultural han hecho que las barreras entre países se desdibujen. Ahora las limitaciones para hacer negocio entre zonas geográficas opuestas solo son mentales. Lo que antes era un proceso lento y tedioso, hoy se resuelve con una videollamada de pocos minutos.
A pesar de esto, las diferencias entre culturas siguen siendo un hecho que trae de cabeza a muchos profesionales de distintos sectores. Superarlas podrá suponer el éxito empresarial y marcará el camino a seguir. Estas desigualdades son más evidentes entre culturas radicalmente opuestas como son las economías tradicionalmente occidentales y las grandes potencias emergentes, como China o India.
La preocupación por minimizar esta problemática ha supuesto que las empresas incorporen perfiles con capacidad para gestionar los negocios en países de culturas distintas. Y es que este es uno de los primeros puntos a tratar en la búsqueda de los buenos resultados ante las colaboraciones globales: entender la cultura ajena para evitar malentendidos. Al igual que existe la inteligencia emocional, Harvard acuña el termino Inteligencia Cultural, basada en la observación y la compresión de las características que son aceptadas para todas las personas de un grupo cultural. En ambos casos, se necesita de mucha observación previa para aceptar e identificar los rasgos de los comportamientos ajenos y así adaptar nuestros comportamientos durante las negociaciones.
La confianza es otra de las variables a tener en cuenta cuando se está en contacto con personas que vienen de otras partes del mundo. Construir un clima y contexto idóneo en dónde nos sintamos cómodos para poder “equivocarnos” sin temor a ser malinterpretados. Entenderse entre personas genera confianza y para ello habremos de documentarnos e investigar sobre aquella cultura con la que vamos a interactuar. A mayor conocimiento, más entenderos a nuestrospatners y mayor poder de adaptación a las características culturales.
Superar las diferencias culturales pasa por hacerlo también con las barreras lingüísticas. La falta de entendimiento puede venir de las diferencias en el habla, el acento y el tono. A veces esto da lugar a interpretaciones incorrectas, mermando la confianza entre colaboradores. Animar a aquellas personas que no dominan el idioma o construir un clima cómodo en el que se les permita equivocarse sin miedos, pueden ser algunas de las herramientas para acabar con esta barrera. No obstante, bajo mi punto de vista, dominar el leguaje universal que ya es el inglés resultará de gran ayuda a la hora de poner en práctica las negociaciones globales. El inglés es el idioma que usan para comunicarse más de 1750 millones de personas en todo el mundo y se ha extendido de manera exponencial en los últimos años. Dominar este idioma que habla ya 1 de cada 4 personas en todo el planeta, puede suponer una gran ventaja competitiva.
Estar en contacto con personas en zonas geográficas distintas implica inevitablemente molestias y dificultades. Por un lado, están los problemas de agenda, con sus zonas horarias distintas. Debemos de intentar mitigar estos problemas precisamente repartiéndolos. Al trabajar con horarios distintos siempre saldrá alguien damnificado, la clave está en acordar el momento menos doloroso para todas las partes.
Por otro lado, tenemos la superación de dificultades en la comunicación y su relación con los canales. Tener un espacio dedicado a la conexión con los colaboradores, escribir y comunicar un acta de la reunión o elegir bien la tecnología que se usará, podrá marcar el éxito en las reuniones.
Por último, y como hemos dicho antes, abordar las dificultades en la comunicación podrá hacerse a través de la confianza mutua compartiendo conocimientos. Fomentar la comunicación informal, casi espontánea, genera un clima de comprensión.
Todas estas claves y herramientas deberán alinearse con las tareas asignadas. Coordinar un equipo global puede ser una ventaja o un infierno y de ello dependerá la buena gestión de los líderes. Habremos de crear un buen sentido de propósito común, con metas establecidas y misión bien definidas. La toma de decisiones debe ser clara y concisa para evitar conflictos, repartiendo los roles entre los diferentes equipos.
A pesar de la evidente mano de la globalización en todos los aspectos de nuestra vida, los seres humanos tendemos a veces a subrayar más las diferencias que las cuestiones comunes. Nuestra humanidad se ve relegada a la mínima expresión. Aquellas empresas que aspiren a crecer internacionalmente deberán aplicar todas estas herramientas teniendo como premisa el respeto y la compresión mutua.