La pandemia que estamos viviendo ha acelerado una crisis que se venía dando durante los últimos años, que ha tenido como consecuencia una crispación y polarización de la opinión pública.
Parte de esta polarización se puede observar en las redes sociales, las cuales sobredimensionan estos posicionamientos, y en la actitud de ciertas agrupaciones políticas que han encontrado en la crisis generada por la pandemia y en una democracia desgastada, un discurso que se alimenta desde la confrontación y el debate de bloques. Sin embargo, considero y tengo fe en que lo que hacen ver estos dos fenómenos no es extrapolable a las relaciones interpersonales donde parece existir más consenso y respeto de lo que se aparenta, más allá de que exista cierto descontento y tensión generado por la crisis actual en la que nos encontramos.
El hecho de que sea esta polarización la que se deja ver en el parlamente no hace más que entorpecer que se propongan soluciones a las problemáticas reales a las que nos enfrentamos en la actualidad como la pandemia mundial o todas aquellas preocupaciones que conciernen a una sociedad, que busca un mayor protagonismo y desarrollo.
Este contexto hace que nos planteemos si es necesario llegar a un nuevo pacto social, como al que se llegó tras la Segunda Guerra Mundial en el que se acordaron las normas del juego para vivir pacíficamente en los próximos años. Un pacto social hace alusión a un acuerdo realizado en el interior de un grupo por sus miembros, como el que se da en un Estado en relación con los derechos, deberes del estado y sus ciudadanos con el fin de vivir en sociedad.
Para tratar de llegar a este pacto social en primer lugar sería necesario plantear sobre que queremos pactar, ya que estamos hablando sobre cuestiones prácticas que deberían marcar las bases de los próximos años. Estas deberían de ser cuestiones comunes a todos, y que no deberían de ser cambiadas a golpe de legislatura cada año, como podría ser el modelo educativo básico, la falta científicotécnica, o la modernización de un nuevo modelo productivo que ayude al crecimiento del país en los próximos años.
Dentro de este pacto social deberían poder involucrarse las empresas, ya que estas tienen una gran responsabilidad de mejorar la calidad de vida de las personas y de cumplir con una buena parte de los objetivos que se proponen. Las empresas deben de apostar por sumarse a grandes iniciativas que marcarán los próximos años como pueden ser la sostenibilidad, la transformación digital o la cuarta revolución industrial, para lo que es necesario un marco que marque las bases e impulse a las empresas a sumarse.
Por todo esto, considero que es necesario un nuevo pacto social que se lleve a cabo desde el diálogo, utilizando la democracia como herramienta útil y a través de una rebeldía sana. Este nuevo pacto debería abarcar las problemáticas que se van a dar en los próximos años y sentar los pilares de un futuro que se antoja cambiante. En este nuevo pacto se deberá de dar voz a la sociedad, con el fin de que el debate se enriquezca y a las empresas para buscar la mayor organización, independencia y libertad para lograr cuidar a todos sus stakeholders.