La crisis sanitaria propiciada por la Covid-19 ha traído muchas consecuencias negativas y una de ellas es el hecho de que la sociedad se ha visto radicalizada. Ello ha derivado en una politización que ha afectado a todos los ámbitos de la sociedad.
Cuando pienso en polarización, la primera palabra que se me viene a la mente es la tensión que la misma genera. Si bien es cierto que la sociedad española está condicionada por una latente tensión política y social, también lo es que no siempre la tensión tiene que traer consigo efectos negativos. Podemos concebir la tensión como una diferencia de perspectivas a la hora de enfocar problemas y soluciones que debemos resolver mediante el diálogo, evitando de esta forma cualquier forma de discriminación.
Es nuestro papel como sociedad el desarrollarnos más y mejor. Actualmente, como sociedad española tenemos un objetivo común, que no es otro que el de poner fin a la pandemia y evaluar las vías alternativas que nos permitan la recuperación. La pandemia ha traído consigo la consiguiente crisis sanitaria y económica y como todas las crisis, debemos aprovecharla y tratarla como una oportunidad para dar solución a los problemas que se nos plantean.
Se trata de un reto que exige la valentía de un líder político que tenga capacidad para reconocer el problema y escuchar diversas posibilidades en aras a ofrecer una solución. Los políticos han recibido un mandato de los españoles. Deben defender los intereses de los ciudadanos, trabajar para mejorar la calidad de vida de la sociedad y anteponer el interés general frente a intereses de sectores concretos. La figura política como representante, tiene que ser defensor y garante del Estado del Bienestar, conformando una sociedad solidaria e intergeneracional. Por tanto, para mantener en el tiempo una sociedad del bienestar como la concebimos en Europa, los recursos tienen que venir de generar las condiciones mejores para que haya inversión, empleo, apoyo a emprendedores para de esta forma, junto al capital humano sacar al país adelante.
Otra figura esencial en el pacto social es la de los empresarios, quienes deben encargarse de aportar al conjunto de la sociedad de manera desinteresada. La prensa por su parte, ejerce un doble papel: por un lado, dar voz a la ciudadanía, garantizando así la libertad de expresión. Y, por otro lado, debe ser capaz de enriquecer el debate de forma permanente, evitando la polarización y la radicalización.
Vivimos en una sociedad que cae en el error de poner el foco en el hecho de preocuparse más del igualitarismo que de la igualdad. Lo realmente importante es que la igualdad debe tutelar al más débil, a los colectivos con menos recursos y en una posición más desfavorecida.
Por tanto, y a modo de conclusión, tenemos que ser críticos y preocuparnos por el bien común. Para ello. necesitamos un liderazgo fuerte, valiente y que motive a remar en la misma línea. La necesidad de un pacto social colaborativo es más que evidente para lograr una protección más inclusiva que garantice la maximización del Estado de Bienestar.