La situación actual de polarización social y el contexto histórico en que se encuentra la sociedad española debido a la pandemia, han sigo caldo de cultivo para una tensión social y un alejamiento de las posturas de la opinión pública.
Debemos tener en cuenta que hay una crisis económica, de salud y social. Históricamente se observa que cuando se vislumbra una crisis, suele haber una polarización de la opinión en general, que puede llegar a desembocar en revueltas e incluso guerras. Hoy en día no se alcanzan estos extremos tan radicales, existe una parte mayoritaria que mantiene la calma frente a estos estos polos. Debemos apostar por la estabilidad, sin dejar de lado que deben proponerse cambios y que como sociedad tenemos muchas áreas en las que trabajar.
Los españoles fuimos capaces en el 78 de remar todos juntos y han sido los mejores 42 años en la historia de España. Aprendemos que cuando hay problemas, es más importante que nunca que no haya confrontación. Fuerzas que tiran en distinto sentido, suman cero. Hay que volcarse en el diálogo y el entendimiento. Para que nuestras fuerzas políticas se impliquen en el diálogo deben primero asumir ciertas premisas:
– Deben asumir las normas que conlleva democracia.
– Deben asumir la existencia del pluralismo en la sociedad.
– Es fundamental el desarrollo de un pensamiento crítico.
– Hay que comprender que la discusión política no debe ir a posturas maximalistas.
Actualmente vivimos una etapa de tensión, que es perfectamente reversible. No es un fenómeno nuevo, es una situación que se ha podido visibilizar ahora pero que viene arrastrándose desde la crisis económica que atravesamos en 2008.
Los medios de comunicación y las redes sociales sobredimensionan esa polarización, potencian la separación de esos históricos bandos. Como bien dice Ana Pastor, vicepresidenta del Congreso de los Diputados, “hay más consenso del que se aparenta”. Enfatiza en que se debe trabajar en la búsqueda de valores comunes y en la empatía.
¿Hacia dónde vamos?
Debemos comprender el gran peligro que supone la tensión, en un escenario de devastación como han sido las crisis económicas.
La tendencia de la política es a desayudar. Hay un enorme trastorno, posicionamientos extremos, campo abierto para los populismos. Una situación como la que estamos atravesando es una prueba de algodón para los líderes políticos. Es un momento perfecto para ver quién viene a pescar en río revuelto.
El discurso demagógico y polarizador debería estar repudiado por la sociedad. Tiene que haber contrapesos y controles democráticos. La sociedad debe confiar en aquellas posturas más centradas, más sensatas y que propongan soluciones reales a los problemas que se presentan.
Debe haber voluntad política de hacer pactos. La recuperación de nuestro país requiere pactos de estado, se necesita un nuevo pacto social creado en torno a la constitución, que garantice los derechos y el bienestar de todos los españoles.
“No seas prejuicioso, sé curioso” (Walt Withman).