¿Ya nadie se acuerda de la unión que hicimos aquellos días de confinamiento? ¿Nadie se acuerda de cómo volcamos nuestras ganas con los sanitarios? ¿Las sirenas de los coches de policía a las ocho de la tarde?
Somos una sociedad, sólo una; culturas diferentes, pensamientos diferentes, y con muchas ganas de avanzar. Que cada persona sea distinta no significa que la sociedad esté polarizada, significa que existe diversidad, pero la especie humana, muchas veces, quiere brillar por falta de inteligencia. Desde un punto de vista político, la reciente campaña por las elecciones en la Comunidad de Madrid ha dejado ver cuál es el escenario en el que se encuentra la sociedad española. Mi criterio: todos los aspectos buenos que podemos encontrar se vuelven malos cuando la intención humana así lo desea.
Tenemos que hacer una sociedad donde la polarización se reduzca como el virus que la ha propiciado, la COVID-19. El virus ha afectado a todos los actores de la sociedad. Se habla de salud mental, uno de los principales «efectos secundarios» de la pandemia, pues bien, la polarización se ha acelerado por el mismo efecto. He aquí donde entran en el juego las nuevas generaciones, las cuáles son, por falta de criterio generalmente, el principal sector de la sociedad que se ha polarizado.
Como personas, como sociedad próspera y libre, debemos ser conscientes de ello, y no permitir que la diversidad se convierta en polarización. Lo blanco no se puede convertir en negro, y es una realidad que, junto con la materia tecnológica, la COVID-19 y la intención humana, hacen el conjunto de ingredientes perfecto para que así sea. Debemos evitarlo y tenemos las herramientas.
El mundo cambió, eso es innegable. ¿Por qué no hemos cambiado nosotros? ¿Por qué no somos más humanos? ¿Acaso preferimos la crispación? Muchas empresas, tanto públicas como del sector privado relatan sobre los factores de sostenibilidad y las guías que siguen. ¿Somos sostenibles con la sociedad? ¿Dedicamos un pequeño esfuerzo a no favorecer la crispación y la polarización? Puede que muchos sí, puede que muchos no. Pero desde hace un tiempo el respeto por lo ajeno se está perdiendo y la palabra respeto es uno de los valores que, como sociedad, es esencial para la buena marcha de ésta. Desde la clase política a la última profesión del mundo. Todos hemos de respetarnos, como he mentado, desde hace un tiempo hasta día de hoy no lo hemos hecho y los resultados se están vislumbrando. Violencia en una sociedad cada vez más egoísta y la sociedad es un trabajo en equipo y sin equipo, es innegable, que no habrá sociedad. Hay que dejar de exigir a los demás y exigirse a uno mismo. No estaremos tan polarizados y fomentaremos una sociedad más equitativa y próspera, para que las próximas generaciones encuentren en el mundo una sociedad donde poder vivir, tal y como la encontramos nosotros.
El camino que estamos haciendo, llevará a la sociedad a un futuro oscuro y en solitario. Eso ya lo hemos vivido, tenemos una oportunidad.