La polarización, tanto se habla de ella, pero poco se sabe realmente qué es o que implica.
Según la RAE: Orientar en dos direcciones contrapuestas. Bueno, tras esta definición, no nos queda nada claro, es necesario ponerla en contexto. Hoy en día, ¿Cuándo hablamos de polarización y, sobre todo, en qué nos afecta?
Se puede decir que la polarización en la actualidad, se encuentra en el ámbito político, de hecho, el grado de polarización política puede cuantificar cuan dividida está la opinión pública. Para entendernos, cuando en una sociedad la polarización es más elevada, más dividida se encuentra la sociedad en la que opera. Al fin y al cabo, llegar a un consenso se complica cuando los grupos se radicalizan y pueden dar lugar a posiciones irreconciliables, donde el acuerdo no es una solución valorable. Si lo pensamos bien, si la sociedad está dividida, es imposible avanzar hacía ninguna dirección, porque pase lo que pase o se decida lo que se decida, unos saldrán perdiendo y a nadie le gusta perder.
Se habla mucho de la polarización de EEUU, un país siempre bipartidista, no es ninguna novedad, pero yo quiero poner el ejemplo que vivo yo, que os queda a todos más cerca. Al ser de Barcelona, desde hace años que vivo en una Cataluña que tiene el corazón partido. Se dice que el corazón está dividido, pero no es un adjetivo que me parezca el correcto, ya que los catalanes estamos perdidos. Tanto nuestros políticos como los medios de comunicación, se encargan de querer crear discrepancias entre la sociedad creando desconfianza, aclamando al miedo y promoviendo la rabia. Parece que, por ser catalán, tienes la obligación de posicionarte ¿Qué tipo de catalán eres si no eres independentista? O al revés, ¿Qué tipo de español eres queriendo la independencia?
Hemos ido viendo la evolución de este proceso, sobre todo en los últimos años. Monotema. Los políticos se nutren de esta “idea” para ganar votos, tanto a favor como en contra. Ya nada importa, no importa la salud, la felicidad de los catalanes, la diversidad, la economía, el futuro… Ahora sólo importa quién va a ganar las elecciones: los anti independistas o los independentistas. No hay lugar a dudas, no hay otra opción, porque con lo que juegan ellos es con los sentimientos de las personas. Mueven a la gente con la rabia, el odio y el desprecio, y hablo por los dos bandos. Las familias se dividen, los grupos de amigos no hablan de política y a la gente le da miedo dar su opinión depende de donde se encuentre. Es cierto que el tema está muy calmado desde antes del COVID19, parece que “algo bueno” nos ha traído, un poco de tregua…
Los que no sentimos ni una cosa ni otra, somos muy pocos. Los que seguimos queriendo las dos cosas ya no estamos de moda, parece que no tengas sentimientos por no posicionarte. Somos pocos los que pensamos: ni contigo, pero contigo tampoco, porque no queremos un gobierno que promueva el odio y que lo único que le importe sea ganar esta batalla. Es una realidad, la sociedad catalana está más dividida que nunca y lo peor es que, no tiene pinta de poder recular. Sea quién sea el que se lleve el poder, habrá la mitad de la sociedad infeliz, defraudada y gestando más odio.
Qué ganas de que todo vuelva a la «normalidad» que ahora mismo parece un sueño inalcanzable, en la que sólo mirábamos por el futuro de nuestros hijos, nuestra economía, nuestras ciudades, los panellets, los calçots, el pa amb tomàquet y nuestra Sagrada Familia.
Una catalana que quiere a España y está enamorada de Cataluña.