En nuestras diferencias encontraremos la unión.

Desde comienzos del siglo XXI, una nueva tecnología disruptiva bautizada como Internet rompió el concepto histórico de frontera, permitiendo a millones de personas alrededor del planeta interactuar entre sí sin necesidad de encontrarse en la misma zona geográfica. Las semillas de una sociedad multicultural estaban sembradas. Con el paso de los años, las corrientes migratorias en occidente, conjunto a la aparición de las redes sociales, lugares de interacción e intercambio cultural descentralizadas, completaron la transformación. 

La sociedad moderna es la más multicultural de la historia, y también la más interconectada. Los mercados internacionales, basados en complejos sistemas de acuerdos multinacionales obligan a mantener relaciones formales con culturas totalmente diferentes a la propia. Este complejo sistema se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años, fruto de la transformación digital de las compañías, dejando un escenario donde cualquier integrante de una empresa debe contar con las capacidades sociales suficientes para mantener relaciones interculturales. 

No es ninguna sorpresa que los comportamientos y tradiciones entre distintas culturas no son las mismas. Sin embargo, cuando se juega dentro de las reglas de una negociación, o de un grupo de trabajo en equipo, los pequeños detalles pasan a tener un peso de gran importancia. Para enfrentar este reto, es de gran utilidad seguir los siguientes tres puntos. 

En primer lugar, aceptar y percibir la diferencia. La precaución es esencial para no cometer errores que puedan acabar en malentendidos que estropeen la negociación o el equipo. De los errores se aprende, y son parte esencial del proceso de aprendizaje, pero comenzar con una actitud correcta ayudará a no tener malas experiencias.

El siguiente punto es el análisis previo. Cuanto más datos e información se sepan de una cultura, más sencillo será interactuar con ella sin tocar aquellos puntos de confrontación. Esta documentación puede obtenerse de libros, revistas, películas, cine, webs o cualquier elemento relacionado con la cultura en cuestión. Sin embargo, tener la posibilidad de conocer a alguien de la misma cultura siempre es la mejor opción. 

En último lugar, interesarse e interactuar. Siempre viene bien entablar lazos personales dentro de una negociación o equipo para acercar las posturas y generar un ambiente que fomente los acuerdos y la productividad. Para ello, hacer preguntas sobre gustos, intercambiar opiniones sobre temas que pueden ser de interés común, o simplemente interesarse por su cultura, gastronomía o tradiciones hará que la otra persona se sienta más cómoda y las barreras culturales se eliminen. 

Como futuros directivos y líderes de proyectos internacionales, debemos gestionar la multiculturalidad y disfrutar de ella, porque no debemos olvidar que enriquecerse y aprender de otras culturas le convierte a uno en una persona más abierta, más inteligente y, sobre todo, mucho más humana. 

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