El capitalismo siempre se ha visto como un sistema económico capaz de evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos, otorgando a la sociedad la capacidad de prosperar y de crecer.
Tras la irrupción de la Covid-19 y como ha afectado esta al sistema económico mundial, se han podido ver las deficiencias y los problemas de este, y se ha empezado a cuestionar de nuevo su ocaso.
Una publicación de Santiago Niño-Becerra en el periódico El Economista, titula así: El modelo económico se ha roto del todo. Este catedrático de Estructura Económica autor de numerosos libros, pronostica el fin del capitalismo entre los años 2050 y 2070, o por lo menos como lo conocemos actualmente.
El capitalismo actual llevaba una desaceleración desde los años 60, agravada en la actualidad por el aumento de la deuda pública y la crisis de la Covid, que ha azotado el comercio mundial. Por lo que uno de los indicadores económicos más importantes en la actualidad está siendo el de la productividad, donde España no arroja unos buenos datos.
La tendencia está haciendo que la riqueza se centre en solo unos cuantos grupos de empresas, originando oligopolios y acrecentando las desigualdades entre la sociedad. Dichas desigualdades harán que los ingresos de las rentas más bajas no prosperen de manera significativa, sino que se estanquen, por lo que nos tendremos que convertir en gestores especialistas de recursos.
Otro de los problemas además del de la desigualdad, se trata del cambio climático. El capitalismo tiene que mostrar una vez más en la historia su capacidad de reinvención y erguirse como la solución al problema medioambiental a través de la generación de riqueza, sobre todo en aquellos entornos alejados de las grandes urbes y por consiguiente, menos industrializados, fomentando y premiando el uso de las energías renovables y la industria sostenible. De este modo, mediante la inclusión de aquellos entornos menos industrializados, los cuales suelen ser los de aspecto rural se puede atajar también el problema de las desigualdades sociales en uno de los entornos donde más se producen. El sistema capitalista debe desarrollar el aumento del indicador de la productividad mediante el fomento de los entornos nombrados anteriormente y promover la competencia, con el fin de evitar la organización de oligopolios y la concentración de la riqueza.
Por lo tanto, el gran desafío y el cual marcará la supervivencia del actual capitalismo, será el reto de solucionar el problema de salvar las desigualdades sociales y el cambio climático, solo así el capitalismo recuperará la confianza sobre todo de las bases de la sociedad y hará que continúe como solución de un sistema democrático, el cual desarrolla la meritocracia y la equidad en las oportunidades de la sociedad.