Tras finalizar el curso de Harvard ManageMentor en decision making, he podido aprender de manera minuciosa un poco más el proceso de tomar de decisiones.
Actualmente, ante el entorno tan cambiante en el que nos encontramos, el hecho de tomar decisiones se ha convertido en una tarea de nuestro día a día, dada la necesidad de llevar a cabo acciones. En este caso y centrándome en la toma de decisiones a nivel empresarial, he podido comprobar de primera mano la necesidad de que tomar una decisión se convierta en un proceso planificado, objetivo y detallado.
¿Por qué debe ser un proceso planificado?
Las decisiones tienen horizonte temporal, a corto, medio y largo plazo, y en relación a estos plazos debemos planificar y crear nuestra hoja de ruta. En la planificación, dependiendo del plazo deberemos escoger entre diferentes métodos/técnicas que nos lleven a tomar la mejor decisión.
¿Por qué debe primar la objetividad en el proceso de toma de decisiones?
El proceso debe ser objetivo, pues en la toma de decisiones a nivel empresarial se ven involucradas numerosas personas, no solo basta con ser objetivo dentro del grupo de trabajo que se encuentran tomando la decisión, sino también con todos aquellos grupos que se ven afectados por la toma de dicha decisión. De este modo, comunicarles por qué se elige una decisión de entre varias alternativas y en base a que se ha elegido. Para ello, contamos con numerosas herramientas que nos ayudan a valorar y tener esta objetividad a la hora de tomarlas. El fin último de ser objetivos a la hora de tomar la decisión y trasladarla, es no generar puntos de desencuentro y lograr que la decisión cale entre todos los grupos involucrados, generando compromiso total en ellos.
¿Cuál es la razón por la qué se deba ser detallado en la toma de decisiones?
El proceso es detallado en cuanto al número de factores a tener en cuenta, se trata de un proceso en el que se pasa por diferentes fases. Primero, se debe preparar al equipo encargado de llevar a cabo la toma de la decisión y esto es un proceso en el que se asignan diferentes roles, en el que se tiene que luchar contra prejuicios y en el que se tiene que establecer unos objetivos que marquen el rumbo a seguir. Después, se debe elegir aquel método de valoración más adecuado a la hora de decidir una alternativa entre varias, y una vez escogida, se debe elegir la forma de comunicarla, implantarla y de medir las posibles desviaciones y problemas que puedan surgir.
Como se ha podido observar, se trata de un proceso detallado que requiere de minuciosas tareas elegidas según el tipo de decisión a tomar. Atendiendo al tipo podemos clasificar las decisiones en tres rangos:
- Según su jerarquía: estratégicas, operativas y tácticas
- Según su método: programadas o no programadas
- Según el número de individuos que la toman: individuales o colectivas.
Tomar una decisión siempre es difícil e implica un determinado nivel de compromiso por las partes implicadas en la decisión, pero tan mala puede ser elegir la opción incorrecta como la inacción, es decir, no tomar decisiones. Un buen líder tiene que presentar proactividad a tomar decisiones y tener la capacidad de gestionar todo el proceso de elección mitigando los errores.