Hoy en día estamos asistiendo a cambios estructurales empresariales y sociales con mayor frecuencia que nunca, incluyendo la introducción de un líder. La globalización, los cambios en las potencias mundiales y sociales, obligan a las empresas a adaptarse o morir. Además, es en estos cambios donde se necesita que las personas de la organización estén abiertas a estos y que tengan a quien seguir y en quien confiar.
Esta es una de las principales razones por las se está diferenciando a los decisores antiguos, denominados jefes, por los actuales Líderes. El jefe antiguo es el que nos imaginamos todos en las películas que no le importan más que los resultados que se obtengan, sin tener en cuenta el bienestar de quienes realmente hacen realidad dichos objetivos.
Los Líderes son aquellos que escuchan y empatizan con los colaboradores de las empresas. Estos son capaces de identificar y proveer de las necesidades que los empleados necesitan.
Un buen Líder es aquel que toma las decisiones correctas, que son aquellas en las que la probabilidad de éxito es mayor. Para aumentar estas probabilidades, los Líderes deben tener mente abierta y no juzgar con sus prejuicios antepuestos las opiniones de sus empleados. Es en las ideas de estos donde salen las mejores probabilidades. Asimismo, el Líder es quien organiza esa recogida, dirige la evaluación y toma la decisión final. Para esto, el líder debe luchar para mitigar sus sesgos cognitivos y permitir que ocurra lo que mejor resultado de a la organización.
Una forma de tener a toda la organización comprometida con la misión y visión de la empresa es tener en cuenta a todas y cada una de las personas, hacerlas partícipes de las decisiones y que estas lo sientan así. Para esto la transparencia y la honestidad son claves a la hora de demostrar que no hay favoritismos ni se deja a nadie atrás.
Ahora bien, un buen Líder es aquel que sabe rodearse de gente experta, así sabe que las aportaciones realizadas tendrán un valor estratégico y operativo sustancial para la consecución de objetivos.
Una forma de aumentar las probabilidades anteriormente comentadas, es poner en tela de juicio todas las alternativas y decisiones que se hayan planteado.
El mismo grupo de expertos que hayan realizado las aportaciones tienen que ser los que defiendan la decisión con pros y los que la intenten derrumbar con argumentos en contra a la misma.
Las aportaciones de los expertos tienen que ser continuadas en el tiempo, se fijan “deadlines” en los que aportar ideas en reuniones periódicas donde se añadirá o quitarán alternativas de actuación. En la fecha final se tienen que haber elegido las mejores líneas de acción. Para esto pueden utilizarse herramientas como Matrices de Prioridades o Árboles de decisión para evaluar las alternativas y elegir la que mayor beneficio reporte a la organización.
Una vez decidido el plan de acción y el de contingencia, tienen que comunicarse a los miembros de la organización y asegurarse que todos estos estén alineados. Así, desde la directiva hasta los empleados con menores responsabilidades para caminar todo por el mismo camino hacia una meta común.
Una vez seleccionadas las opciones a realizar empieza la elaboración del plan. Aquí cada responsable de cada tarea debe dar sus posibles actuaciones y limitaciones a la hora de ejecutar el plan. Una vez expuestas todas las posturas hay que plantear un plan de contingencia con el cual puedan anticiparse a cierta problemática a la hora de la ejecución y así, minimizar los problemas que pudieran surgir.
Por lo tanto, un Líder tiene que tener la mente abierta siendo la empatía suficiente como para entender a las personas que lidera y estar abierto a cambios en los planes y operativas. Además, todo esto junto a una fuerte resiliencia ya que no los planes no salen como lo esperado. Con estas características, un Líder puede es la persona indicada para liderar proyectos en el entorno VUCA en el que vivimos actualmente y viviremos en un futuro.