Capitalismo post-pandemia. ¿Somos las nuevas generaciones unos tiquismiquis?
Está claro que ya no nos sirven las fórmulas económicas ni empresariales con las que nuestros padres emprendieron y formaron su futuro.
Desde hace años estamos viendo un cambio significativo en el modo de adquirir bienes que, por ende, ha provocado una manera distinta de producirlos.
Los empresarios buscan ajustar su productividad a las exigencias de los clientes y ya no basta con ofrecer un producto innovador y útil sino que debe estar producido y comercializado bajo unas reglas éticas y unos parámetros de sostenibilidad reales.
Con ello muchos se preguntarán, ¿Nos hemos vuelto mas tiquismiquis?. Evidentemente no, lo que nos hemos vuelto es mas conscientes, conscientes de que el futuro puede ser de color negro si seguimos con esta dinámica de producción en masa y contaminante. Ya no podemos cerrar los ojos y evitar nuestra responsabilidad, dejando que nuestros hijos carguen con problemas de salud derivados de nuestra mala praxis, por que las consecuencias ya las estamos sufriendo nosotros en nuestras propias carnes.
Con todo ello, ahora si que afirmamos que reaccionamos a base de “palos”, y el “palo” mas grande ha sido la Covid19.
La crisis sanitaria ha acelerado el cambio en nuestro modo de vivir, de consumir, de interactuar entre personas y relacionarnos. Con todo ello, estamos ante un cambio de paradigma, con el que es inevitable preguntarnos; ¿Y ahora qué?
Ahora es el momento de reaccionar, por que no hemos sabido actuar antes del problema. Nos adentramos ante un capitalismo post-pandémico, cuyas bases son sociales y entiende que dentro del mundo de los negocios interactúan distintos elementos, tales como consumidores, empleados, proveedores… y todos ellos son importantes. Nos dirigimos hacia un capitalismo social y no suena nada mal.
Dejando de lado todas las acciones de marketing dirigidas a publicitar y aparentar ser sostenible, es necesario serlo de verdad y los desafíos a los que se enfrenta la empresa son críticos: Reducir las desigualdades, remar a favor de buscar la solución a la emergencia climática, reducir la brecha social… todo ello son las consecuencias del capitalismo del siglo XX.
No obstante, la sostenibilidad tiene un coste, con ello, ¿el empresario debe elegir entre sostenibilidad o rentabilidad? ¿Hasta que punto está dispuesto el consumidor a pagar un poco mas por un producto que sea socialmente responsable, frente a otro que proporcione el mismo servicio, pero no lo sea? Actualmente, el 60% de la población estaría dispuesta a pagar un poco más. Las nuevas generaciones han sido educadas en valores y son los consumidores del futuro quienes pedirán un cumplimiento por parte de las empresas, penalizando a aquellas que no sean responsables.
Como consumidores nos debemos plantear distintas cuestiones antes de realizar una compra; es lo que se denomina “compra inteligente”. Valorar la calidad y precio ya no es suficiente, ahora se necesita valorar la sostenibilidad. El consumo consciente y responsable es la clave de la venta del siglo XXI, por lo tanto, ante una conducta poco ética por parte de las empresas somos todos responsables, tanto los empresarios contaminantes como los clientes que adquirimos el producto o servicio.
El 84% de la ciudadanía admira a quien hace un consumo consciente, y ello se ha convertido en un atributo diferencial del marketing.
La clave está en ser y hacer, más que en parecer.