El capitalismo actual se ha olvidado de lo que es una empresa. En su propia definición, una empresa es una entidad dedicada a la prestación de servicios con fines lucrativos. Es decir, de una manera u otra, está enfocada a ayudar a la sociedad, es un organismo de naturaleza social.
La que no ha olvidado este concepto es la población, ejerciendo una demanda social constante. Un claro ejemplo de ello se aprecia en la gran persuasión y exigencia que hace a los grandes empresarios, para combatir el cambio climático y promover una mayor sostenibilidad.
El principal fin de una empresa no debe ser su propio beneficio, debe expandir sus esfuerzos en un sentido más global, debe enfocar su trabajo, al mismo tiempo, hacia un mejor futuro común. No debe centrarse en crear valor solamente para la empresa, sino crear valor para la sociedad en su conjunto.
Diversas empresas tomaron conciencia y se pusieron manos a la obra en tiempos pasados, entendiendo que incrementar su beneficio no era su único objetivo. Supieron ver que no son solamente un intento ininterrumpido de generar riqueza, sino que deben responder ante la sociedad, sus consumidores y empleados.
Por ello, no es difícil ver que el capitalismo actual ya no es sostenible. Así lo afirmaba el sociólogo, economista y autor de La Tercera Revolución Industrial, Jeremy Rifkin:
“El mundo tal y como lo conocemos ahora va a desaparecer. Ya no se entiende un sistema económico que no tenga en consideración la sostenibilidad”.
Nos debemos dirigir hacia un capitalismo más consciente, sostenible y concienciado, y para ello la clave radica en la sostenibilidad corporativa económica, social y medioambiental. Entender y promover que el bien común debe ser uno de los pilares en los que se centre el modelo de negocio de las empresas.
Sin embargo, para alcanzar un nuevo paradigma del capitalismo no solo es necesaria la transformación del modelo de producción y consumo actual. Guiar el desarrollo tecnológico hacia un beneficio común y buenas prácticas, resolviendo las poco morales y éticas que existen hoy en día, es otro de los pasos fundamentales.
Del mismo modo, debemos disminuir la brecha social mundial. La concentración de la riqueza se trata, de algo inevitable en el sistema capitalista actual. Esto no se va a solucionar mediante la actividad natural del sistema económico de hoy en día. No solo eso, sino que se agravará cada vez más.
Frente al sistema de producción y consumo actual, la economía circular plantea una nueva alternativa. Su práctica supliría la exigencia ética que comentábamos por parte de la población, atenuaría los problemas de desigualdad y consistiría en un modelo rentable para las empresas. Sin embargo, y muy a pesar de todos, esta no se impondrá con éxito hasta que las empresas y la población sean conscientes de sus grandes beneficios.