Los países pobres de todo el planeta, pero sobre todo en el continente asiático han estado creciendo a ritmo vertiginoso en los últimos años, y esto ha hecho que las distancias entre los países ricos y los países pobres se hayan reducido. Esto ha hecho también que el número de pobres en todo el planeta haya disminuido de forma considerada en la última década. Esta pobreza está decayendo, ya que las economías de todo el mundo están en auge, y una de las razones por las que están aumentando es porque muchas de ellas están adoptando economías de mercado.
La historia de la humanidad es una historia de pobreza, el ser humano desde que pasó a ser humano, desde entonces hasta la revolución industrial ha sido una historia de pobreza, en la que el hombre ha vivido al límite de la subsistencia. Cuando el tiempo no acompañaba la gente se moría de hambre, y esto pasaba en todos los continentes e incluso en Europa.
El capitalismo genera mucha producción, pero también tiene muchas críticas en el que hay gente miserable en el mundo, también personas explotadas, en el que Marx decía que se producía tanto debido a la explotación de los trabajadores. Hay desigualdad, hay discriminación y además lo peor de todo es que está basado en el egoísmo.
Con la actual pandemia que estamos viviendo, va hacer que nuestra manera de ver las labores económicas de forma radical, en el que los ciudadanos tendremos que reinventar el capitalismo si queremos resistir como sociedad. Esto es un gran reto que los ciudadanos tenemos que afrontar como sociedad que somos en estos tiempos de crisis sanitaria, en el que la ciencia nos está mostrando que paramoderar el grave problema medioambiental que los humanos hemos creado en estos años atrás, se deberáde replantear cual va a ser la relación que tendremos con la naturaleza en el ámbito económico.
A raíz de la crisis sanitaria que hemos y estamos viviendo, el comportamiento del consumidor y el estilo de vida que los ciudadanos tenían, se han visto afectados y va a ser complicado que se vuelvan a tener con facilidad, esto nos va a llevar un tiempo a que la situación vuelva a ser como la de antes.
Si nosotros mismos no somos capaces de crear una nueva economía que sea sostenible y que respete al ser humano, estaremos antes el fin de la sociedad y de la civilización. Tenemos que ser valientes y cambiar las reglas del juego, si pretendemos dirigirnos hacia un lugar mejor. El primer paso que deberíamos de tomar será abordar de forma decidida el asunto de la desigualdad, en el que tendría que hacerse de forma participativa, y si no empujamos todos no se logrará.
Como ciudadanos, cada uno de nosotros tenemos una gran responsabilidad en el funcionamiento del sistema, en el que podemos decidir que preferimos que todo siga igual que antes, pero otro aspecto importante es que no solemos digerir bien los cambios, somos perezosos en nuestros análisis de la gestión de los líderes políticos y además somos incomprensiblemente complacientes con su incompetencia.
Somos una sociedad que se encamina hacia un futuro incierto, la economía real será nuestra compañera de viaje y la pequeña y mediana empresa tendrán mucho que decir en esta nueva aventura. Además, muchos de los modelos de negocio anteriores a la pandemia ya no regresarán jamás, otros se transformarán, y algunos modelos de nueva generación emergerán con fuerza.
Como ciudadanos y consumidores deberíamos de reconocer y premiar de alguna manera el enorme esfuerzo realizado por aquellas empresas que han sido capaces de entender que el futuro es la economía cooperativa y no la tradicional economía competitiva.
Muchas de las empresas de Nueva Generación, ya son concebidas desde la premisa de la igualdad y justicia social, así como de absoluto respeto medioambiental. Los nuevos gobiernos deberán ser ágiles y más dinámicos en estructurar el tejido social, incentivando las asociaciones vecinales y las alianzas y estrategias comerciales locales, los sistemas de salud, educación, etc.
Como sociedad tenemos la gran responsabilidad de organizarnos y promover iniciativas orientadas a la solución de los problemas sociales que van emergiendo, y paliar en la medida de lo posible la incompetencia de las actuales clases dirigentes.
El capitalismo no es intrínsecamente malo, el problema es el uso que se hace de él. Desgraciadamente tampoco gozamos de un libre mercado, por un lado, existe una gran concentración de poder empresarial, alianzas entre grandes compañías de un mismo sector que están eliminando la competitividad empresarial y muchas convirtiéndose en un monopolio.