¿Recuerdas a qué edad creaste tu primera red social? Ya en el 2007 recuerdo haber tenido mi primer contacto con una red social como Messenger, Myspace y Fotolog (recordadas solo por los más nostálgicos), que nos servían para mantenernos en contacto con nuestros familiares y amigos más cercanos. Estas redes pronto se vieron reemplazadas por Facebook, Whatsapp, Instagram y muchas más. Hoy en día, difícilmente llegamos a conocer personas que no estén suscritas a alguna red social, ya que estas han pasado a formar parte de nuestro día a día, transformando por completo la forma en la que interactuamos y repercutiendo de alguna u otra manera en nuestro desarrollo, tanto personal como profesional. El avance tecnológico que se ha producido en estos últimos 10 años y el mundo globalizado en el que vivimos, nos han permitido vivir cada día más conectados, ya no solo con nuestros allegados, sino también con gente de todo el mundo.
Redes sociales como Facebook, Instagram y Tik tok cuentan con alrededor de 2.700 millones de usuarios registrados en todo el mundo, número que continua en aumento. En España, según el Estudio Anual de Redes sociales de 2019 de IAB, existen más de 25 millones de usuarios de entre 16 y 65 años afiliados a una o más redes sociales. Otro estudio realizado a 60.000 familias españolas en el 2020 nos revela que los niños de entre 4 y 15 años son usuarios de: Instagram (47,7%), Tik tok (37,7%), Snapchat (24,1%), Facebook (12,5%), Pinterest (9,1%) y otras redes (10,8%). Datos que podrían resultar alarmantes y que me llevan a plantearme la siguiente pregunta: ¿Son las redes sociales un avance tecnológico que favorece al desarrollo de los infantes o son un freno para su creatividad?
Si bien las redes sociales son un avance tecnológico para toda la humanidad que nos ha permitido estar en constante comunicación, mantenernos informados, expresar nuestras ideas y llegar de forma virtual a cada rincón del planeta, estas también podrían suponer un problema en el desarrollo de algunas personas, especialmente en aquellas más vulnerables, como los menores de entre 7 y 13 años.
Actualmente, existen dos generaciones que se caracterizan por haber nacido en la época en la que más avance tecnológico se ha producido y de forma muy acelerada, en el que el uso de dispositivos electrónicos y plataformas digitales pasó de ser un lujo a una necesidad, estas generaciones son conocidos como Z y Alfa. Si bien los Millenial vivieron en primera persona esta transición hacia el mundo digital, los Z y Alfa se han criado en él, así que desconocen lo que sería su vida sin este tipo de comodidades. Según diversos estudios, generaciones como la Z destacan por tener una mayor autonomía a la hora de aprender cosas nuevas, por ser autodidactas, creativos y emprendedores, además de tener una capacidad muy acelerada de aprendizaje, lo cual muestra que en este caso el uso de la tecnología y las redes ha resultado positivo, por lo que podemos deducir que un uso mesurado y bien empleado de las redes sociales es capaz de ayudar a los niños en los siguientes ámbitos:
- Intelectual: les permite desarrollar su pensamiento crítico por toda la información a la que tienen acceso.
- Educación: aprenden a comunicarse y a desarrollar habilidades matemáticas o lingüísticas.
- Social: pueden mantenerse en contacto con sus amigos y familiares que no se encuentran cerca.
- Creatividad: les ayuda a expresarse libremente y de forma creativa, compartiendo ideas, música y arte.
Sin embargo, no todo es tan bueno como parece, ya que estas plataformas también pueden crear inconvenientes si no se usan de la manera adecuada y bajo la supervisión paterna correspondiente, como podrían ser:
- Su privacidad, la cual se puede ver afectada con la publicación de sus fotos o información básica acerca de sus vidas, lo que podría provocar que personas mal intencionadas hagan un uso inadecuado de ellas.
- Recibir publicaciones o contenido inapropiado para su edad.
- Mienten acerca de su edad para tener acceso a las redes.
- Puede acarrearles problemas psicológicos de baja autoestima debido a la falsa realidad, en lo que respecta al físico que se promueve en las redes o ser víctimas de ciberbullying.
- Pueden volverse adictos a la tecnología.
En conclusión, considero que el uso de estas herramientas digitales debe darse de forma balanceada, con ciertas restricciones y siempre bajo supervisión paterna, todo con el fin de contribuir al mejor desarrollo del menor, pero evitando que esta ocupe gran parte de su tiempo o sea su principal fuente de entretenimiento y/o aprendizaje, pues es un gran complemento que, usado adecuadamente, ayudará al menor en su formación y desarrollo creativo. Tampoco debemos olvidar que demasiada exposición a ellas podría conducir al menor a un estado de ansiedad, tristeza o dependencia, lo cual sí repercutiría de forma negativa no solo en su creatividad, sino también en su forma de relacionarse, en su integridad física y psicológica y en su educación, convirtiendo en una desventaja cualquier posible valor que esta herramienta pudiera aportarle.