INFANCIA Y REDES SOCIALES. La realidad de las redes sociales en los jóvenes: un uso masivo que facilita los procesos de aislamiento que podrían actuar como precursores de dificultades en la edad adulta.

Actualmente, el uso de Internet por parte de los más jóvenes ha desencadenado, en su extremo, multitud de efectos negativos en la población: aislamiento, ansiedad, problemas de autoestima o ciberacoso, entre otros muchos (Echeburúa, 2012).

Según un estudio realizado por la Fundación Pfizer en 2009, casi el 100% de los jóvenes españoles de entre 11 a 20 años usa internet a diario y, específicamente, 7 de cada 10 encuestados pasa como mínimo una hora y media delante del ordenador.

Resulta obvio el poder de las nuevas tecnologías en la población general, pues simplifican tareas cotidianas provocando un ahorro de tiempo. Este hecho hace que nuestro cerebro no realice actividades básicas como, por ejemplo, operaciones matemáticas derivadas de la compra de diversos artículos, para lo cual utilizamos la calculadora, o la consulta de las redes sociales para interactuar con amigos, familiares o, incluso, desconocidos, en lugar de socializar en persona. Por tanto, cabría preguntarse: ¿están las nuevas tecnologías mermando el potencial de desarrollo de nuestro cerebro?

La respuesta podría estar basada, entre otras, en el uso continuado de las redes sociales. Actualmente, tener una, dos o incluso tres cuentas de usuario en plataformas cuyo objetivo es interactuar vía online es la norma. Cuando accedemos a ellas, estamos constantemente recibiendo información relacionada con la vida de otras personas: fotografías, escritos o historias que, en muchas ocasiones, pueden no ser acordes a la realidad de las personas que las publican. Tal es el uso de las redes sociales que Instagram, a nivel mundial, cuenta con aproximadamente mil millones de usuarios registrados que publican, de media, unas 150 fotos al mes y, de los cuales, 500 millones usan el servicio de Instagram Stories (Estadísticas de uso de Instagram, 2020) .

Si tenemos en cuenta, entonces, que un niño o adolescente probablemente se encuentre inmerso en un proceso de desarrollo personal y que, por tanto, no cuenta con una identidad establecida ni diversos procesos cerebrales plenamente desarrollados, el hecho de que tenga acceso ilimitado a tantas plataformas dedicadas a potenciar la comunicación online –que suele ser más fácil ya que integra menos componentes a nivel personal y no verbal,  puede hacer que mermen multitud de procesos que son básicos en el ser humano, así como ralentizar su desarrollo.

De hecho, en un estudio realizado para la Revista Iberoamericana de Educación, se trató de relacionar la creatividad con las relaciones sociales en la etapa infantil, llegando a la conclusión de que los niños que obtuvieron puntuaciones más altas en creatividad fueron, de igual forma, los más escogidos por sus compañeros obteniendo un mayor índice de popularidad y liderazgo (Carrada et al., 2014).  Por tanto, podríamos pensar que si las redes sociales limitan el desarrollo de la comunicación social en los niños, la creatividad, entre otras habilidades, también podría verse afectada.

También es importante destacar que, debido al número de horas que estos jóvenes dedican a redes sociales, el feedback que proporciona esta forma de comunicarse e interactuar con su grupo de referencia, además de con personas desconocidas, puede ser muy negativo. A parte de frenar el desarrollo de la creatividad, que también puede expresarse por el deseo de parecerse a otros dado el visionado continuo de la vida ajena, se ha documentado que también interfiere en la esfera de la afectividad, pudiendo producir un distanciamiento afectivo, así como una disminución de la empatía y dificultades a la hora de comprender lo que sus mensajes están provocando en otros (Arab y Díaz, 2015).

Este tipo de situaciones, si no se remedian, podrían acarrear diversos problemas en la etapa adulta. Para paliar estas posibles dificultades que tienen su origen en la infancia y/o adolescencia, se propone como necesario la supervisión por parte de una persona adulta de los siguientes aspectos (Arab y Díaz, 2015):

  1. Establecer límites en el tiempo de uso de internet mediante la utilización  del diálogo y la negociación. Por ejemplo, mediante la desconexión de internet por la noche.
  2. Actuar como un modelo de adecuada utilización de internet y redes sociales, utilizando los ordenadores y dispositivos móviles en zonas comunes del espacio donde se conviva.
  3. Usar herramientas que filtren el contenido al cual pueden acceder los niños.
  4. Equilibrar las actividades que se pueden realizar de forma online con actividades que permitan la socialización directa, prestándole más atención a las segundas. Para ello, puede fomentarse la actividad física en grupo y vida al aire libre.

En resumidas cuentas, es importante prestar atención a los niños durante su infancia con respecto al uso de internet y, específicamente, redes sociales.

Un uso masivo de este tipo de recursos en etapas tempranas del desarrollo personal, es capaz de interferir de forma muy significativa en la estructuración de la identidad, así como en el desarrollo de procesos básicos que caracterizan al ser humano, tales como la socialización, empatía, lenguaje y, por supuesto, creatividad entre muchos otros.

Bibliografía

Arab, E. y Díaz, A., 2015. Impacto de las redes sociales e internet en la adolescencia: aspectos positivos y negativos, Revista Médica Clínica Las Condes, 26(1), pp. 7-13. Doi: https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2014.12.001 (Acceso: 6 de febrero 2021)

Carrada, M. A, Cymlich, S. y Morelato, G. S., 2014. Creatividad en la infancia: su relación con el desarrollo social, Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura: Revista Iberoamericana de Educación:, 64(1), pp. 1-10. Disponible en: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/20193 (Acceso: 5 de febrero 2021)

Echeburúa Odriozola, E. (2012). Factores de riesgo y factores de protección en la adicción a las nuevas tecnologías y redes sociales en jóvenes y adolescentes. Comunicaciones Breves. Universidad del País vasco, Facultad de Psicología.

Fundación Pfizer (2009). La juventud y las redes sociales en Internet. Madrid: Fundación Pfizer.

The Social Media Family (2020). Estadísticas de uso de Instagram (y también en España).

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