El pasado jueves 7 de mayo tuve el placer de atender a la primera Masterclass en formato online del MBM con tanto mis compañeros de Valencia como los estudiantes del mismo curso de Madrid.
El tema central giraba en torno al gran cambio que va a suponer en nuestras vidas, tanto a nivel social como económico, la crisis COVID-19 y la consecuente ‘nueva normalidad’ que tanto eco provoca en nuestras mentes.
Existe un posible cambio clave que la crisis del COVID-19 puede impulsar en la población: la transición hacia un uso mucho más generalizado de los métodos de cobro y pago con dinero digital en detrimento del dinero en efectivo.
El dinero digital es un concepto conocido desde hace ya años, siendo una opción más de la que gran parte de nosotros ya disfrutamos, sin embargo, ha ganado especial importancia durante los últimos meses como forma de adaptarse a la ‘nueva normalidad’ y todo lo que esta conlleva.
Existen multitud de argumentos de tanto detractores como defensores hacia esta modalidad monetaria, sin embargo, la actual crisis COVID-19 está brindando oportunidades al dinero digital para posicionarse como un verdadero posible sustituto al dinero en efectivo.
Economía y dinero digital
A nivel económico el escenario es desolador, especialmente para España. Esta crisis está suponiendo una gran descapitalización del mayor grueso del tejido empresarial español -el 99% de las empresas españolas son pymes- ya que parte de los gastos continúan mientras existe una obvia imposibilidad para continuar la operativa de las mismas, dejando sin ingresos a gran parte de estas.
El FMI estima que el PIB español va a bajar en un 8% en este año 2020. Es por esto que las formas de obtener financiación a través de impuestos de España, tanto directos como indirectos, se van a ver profundamente reducidos durante este año.
Para intentar paliar los nefastos efectos que golpean a nuestra economía, se va a tener que recurrir a deuda que -a pesar de que pueda olvidarse- se tendrá que pagar en algún momento, implicando más que probablemente, más impuestos para el total de la población. Bajo esta tesitura, toda manera de obtener ingresos por parte del estado sería bienvenida.
¿Cómo puede el dinero digital ayudar a reducir el golpe a nuestra economía?
Según Ghesta, el sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, la economía sumergida supone casi un 25% del PIB español, porcentaje que se ha visto incrementado por la dificultad de persecución de estas prácticas por falta de recursos.
La digitalización de todo tipo de pagos implicaría la creación de una huella digital tras cada transacción, siendo posible la monitorización de todo tipo de actividades ilegales a las autoridades permitiendo un rastreo mucho más simple y cómodo.
Otro punto a favor del dinero digital para ayudar a paliar crisis económicas es la posibilidad de aplicar tasas de interés negativas inferiores considerablemente a las actuales.
Actualmente, existe un factor conocido como Límite Inferior Efectivo que sitúa el punto en el cual, debida una bajada de los tipos de interés, los depositantes de dinero en entidades bancarias deciden retirar su dinero de dichos depósitos ya que los tipos de interés negativos implican una pérdida continua de dinero en caso de mantener el dinero en dichas cuentas.
Sin dinero efectivo, los bancos podrían -en situaciones de crisis- aplicar tasas de interés negativas muy inferiores a las actuales para incentivar el consumo e inversión, ya que, al no poder sacar el dinero en efectivo, te ves ‘obligado’ a utilizarlo si no quieres perder tus ahorros.
Podemos apreciar que esta serie de características es completamente antipopular, nadie querría perder dinero y verse incapaz de ahorrar, además de que gran parte de la población española vive de la economía sumergida, suponiendo un golpe directo al modo de vida de una parte importante de la población de nuestro país.
¿Por qué es una oportunidad clave para el dinero digital?
Podemos apreciar que esta serie de características es completamente anti-popular, nadie querría perder dinero y verse incapaz de ahorrar, además de que gran parte de la población española vive de la economía sumergida, suponiendo un golpe directo al modo de vida de una parte importante de la población de nuestro país.
A todos nos gusta la libertad que otorga el dinero en efectivo, la posibilidad de que se sepa todo sobre lo que estás comprando y el miedo a posibles ataques cibernéticos eran dos puntos clave en contra de estas medidas.
Sin embargo, supondría una forma clave de minimizar daños económicos por fraude o épocas de deflación para los estados, viéndose beneficiados claramente de una transición a este tipo de sistema monetario.
Además, bajo el precepto de mantener distancias mínimas de seguridad para evitar un mayor número de contagios de SARS-CoV-2 y las numerosas estimaciones sobre posibles rebrotes de este virus, implicando posibles reclusiones de la población bajo nuevas cuarentenas, el uso del dinero en efectivo se ve directamente afectado. Por ello, podemos esperar un aún mayor incremento en la aceptación por parte de la población de este sistema y un incremento en el número de medidas que beneficien este sistema monetario por parte de tanto empresas como entidades públicas.
En Noruega, Suecia y Dinamarca más de un 90% de los pagos son digitales, siendo el último de estos países el primero en poner una fecha límite para la eliminación del dinero efectivo: 2030.
La progresiva transición hacia el dinero digital va a verse profundamente acelerada y con el COVID-19 impulsando medidas como el incremento del mínimo por el cual se pueden realizar pagos Contactless de 20€ a 50€ que las entidades financieras españolas ya han acordado, la caída del dinero en efectivo en España y todo lo que ello implica ya ha comenzado.
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