Y tras las pandemia, ¿qué?

El jueves 7 de mayo tuvimos la suerte de asistir a la primera conferencia online del curso, para analizar y debatir sobre los posibles escenarios que se presentan tras la epidemia del virus COVID-19.

Los profesionales a los cuales tuvimos el placer de escuchar durante el seminario fueron Ana Jover, periodista y directora de Economía 3; Yves Henry Gomra, director de servicios a la farmacia en COFARES; José Manuel Guaita Martínez, con presencia universitaria durante más de 20 años, y además vicerrector de relaciones institucionales con partners públicos y privados; José Luis Úbeda Lafuente, asesor experto en Gestión del Cambio y RRHH y Sonsoles Frontera Toldrá, coordinadora e impulsora de la gestión del talento en Garrigues Levante.

Las preguntas al respecto eran muy claras. ¿Cómo será la nueva normalidad a la que nos enfrentamos? ¿Pueden existir diferentes escenarios?

La era post-COVID-19

A pesar de seguir inmersos en un gran confinamiento general, con duras restricciones de movilidad, la nueva realidad ya es presente. El COVID-19 nos ha mostrado durante estas últimas semanas hacia donde van las directrices de nuestro futuro más inmediato.

Debían existir algunas dudas al respecto, pero la epidemia se ha encargado de no dejar ninguna. La metamorfosis digital es el camino que debemos seguir a todos los niveles. Es uno de los argumentos más claros que nos deja esta crisis sanitaria.

Empresarialmente, el virus ha dejado especialmente tocadas a aquellas organizaciones que tenían un modelo de negocio basado exclusivamente en el método offline. Todas estas empresas deberán enfrentarse a un escenario muy hostil y al que deberán adaptarse para mantenerse a flote en los mercados. ¿Conseguirán demostrar a los usuarios que el contacto con el cliente tiene un valor añadido?

Por otra parte, los e-commerce, marketplace o deliveroos han demostrado que mantener a los consumidores satisfechos desde sus casas, elimina el riesgo de contagio y permite a los usuarios invertir su tiempo en otros aspectos cotidianos. Aún así, es evidente que la epidemia consiguió sorprender a todo el mundo, creando grandes problemas de logística y transporte en organizaciones que parecían inquebrantables. Estas empresas, a pesar de contar con el modelo de negocio adecuado, deben estar preparadas ante la posibilidad real de posibles rebrotes o apariciones de otros tipos de virus que nos llevarían a nuevos confinamientos.

Aunque la digitalización de las empresas es una evidencia aplastante, esta debe conseguir sostenerse sobre pilares como la seguridad, la transparencia y la confianza. Los usuarios son cada vez más exigentes con las organizaciones, valorando especialmente la claridad de las empresas con los datos personales, o los procesos de fabricación y procedencia de los productos y servicios. Por ello, para conseguir establecerse como el modelo de negocio clave, este debe garantizar a los consumidores seguridad antes, durante y después de la compra del servicio o producto.

Por otra parte, el teletrabajo y las relaciones digitales se han desmarcado como dos elementos indispensables ante este nuevo escenario empresarial. Hemos entendido que la productividad tiene más que ver con el talento que con el lugar. La globalización de todos los mercados parecía un tren de alta velocidad sin frenos. Existía un orgullo normalizado sobre la capacidad de comunicación y movimiento de las personas desde cualquier parte del planeta. Cruzarte el mundo en menos de 24 horas es un hito que demuestra de lo que somos capaces como ser humano, pero la epidemia nos enseña que hay que tener un control sobre el libre movimiento. Debemos adaptarnos y ser más conscientes de los riesgos. Ser más óptimos sobre los traslados que debemos o podemos hacer.

Socialmente, la epidemia ha dejado grandes reflexiones que dejan entrever el posible escenario que asoma. El estado de bienestar en el que estábamos sumidos parecía imparable. Había invisibilizado el valor de los pequeños detalles que nos hacen tan humanos. Hemos estado empeñados en vivir una vida de grandes “éxitos”, basada en sumar ceros a nuestra cuenta bancaria y trepar lo más alto posible en las pirámides empresariales. Y seguramente lo seguiremos estando. Pero cuando todo se ha esfumado de un día para otro, lo que realmente hemos echado de menos han sido las relaciones humanas.

El planeta se pone pausa en cuestión de semanas. Paran las rotativas de la economía mundial. Y de repente todos hemos sido mucho más iguales. La riqueza no tenía nada que ver con el dinero, sino con estar confinado cerca de las personas que quieres. La tecnología, y de nuevo la digitalización, ha permitido que las distancias se reduzcan a través de los dispositivos móviles. El número de videollamadas ha crecido exponencialmente, tratando de buscar lo que realmente nos hace felices.

A pesar de ello, el rol social tendrá un impacto aún más importante en las sociedades latinas como la nuestra. El contacto físico y la distancia social tendrán nuevas formas de entenderse. El miedo al contagio o un posterior confinamiento traerán una mayor frialdad entre las relaciones interpersonales, pero deben tener un fundamento consciente. Será realmente importante una educación de valores y ética frente a las nuevas situaciones sociales. No debemos caer en una especie de “serofobia” del coronavirus, por lo que será muy importante la forma de enfocar las nuevas reuniones entre las diferentes personas.

El ser humano está diseñado para existir en comunidad, pero se debe entender y gestionar de una manera óptima el modo de compartir nuestras vidas.

Gestión del cambio

Uno de los aspectos realmente interesantes de la conferencia fue una reflexión que hacía Ana Jover “necesitamos generar equipos de gestión de cambios. Nos hemos dado cuenta de que tiene que haber alguien capacitado para gestionar estos tiempos de crisis, sin que necesariamente sea el Estado”.

La sociedad, las organizaciones y el Estado deben fortalecer su capacidad de adaptabilidad y resiliencia. Eran factores importantes antes de la epidemia, pero ahora se han convertido en indispensables. El entorno VUCA ha demostrado su máxima fuerza con lo que puede considerarse la crisis más grave de los últimos 100 años. Y la más inesperada.

La referencia que hacía Ana Jover tiene una profundidad importante. Es posible que ser una persona con gran capacidad de adaptabilidad o formar parte de una organización con metodologías LEAN, digitalizada y actual, sea insuficiente. Quizá se deben crear equipos de gestión de cambios que no solo detecten esas posibles variables de contexto, si no cómo actuar frente a los diferentes escenarios. El Estado es el encargado de gestionar este tipo de crisis, pero quizás debamos plantear equipos especializados en gestión de cambios. Personas que consigan limitar la improvisación en la sociedad y en las empresas mediante su trabajo. Estamos hablando, por tanto, de nuevas formas de gestión, nuevos puestos de trabajo y nuevas posiciones muy colaborativas de diferentes ámbitos, países e ideologías. Nuevos escenarios, al fin y al cabo, en los que la concienciación, la colaboración y la adaptabilidad jugaran un papel muy importante.

El impacto medioambiental

Y paradójicamente, la epidemia ha traído un beneficio medioambiental muy importante a nivel mundial en tan solo mes y medio. La recuperación de ciertos ecosistemas, la reducción de gases de efecto invernadero gracias al confinamiento, y la parada de miles de fabricas y comercios, ha dado una pausa a nuestro planeta.

Estábamos sumidos en una alerta climática, de la cual se estaba haciendo eco medio mundo de manera diaria. Estaba siendo difícil realizar acuerdos realmente importantes para nuestro planeta.  La cumbre (COP 25) que debía celebrarse en Chile y que acabó siendo en Madrid, fue considerada un fracaso al no conseguir aprobar acuerdos con un mayor calado que aumentar la ambición climática.

Esta epidemia no solo nos demuestra que el planeta necesita un respiro, si no que puede considerarse un punto de inflexión. La pausa de la economía mundial debe servir como reflexión general sobre hacia donde queremos dirigirnos. Las empresas están ante la posibilidad de hacer una transformación interna que fomente la sostenibilidad, desde la digitalización hasta los procedimientos internos, como el propio teletrabajo.

Conclusiones

Bajo mi punto de vista, la era post-COVID-19 es presente. Es el momento de realizar una reflexión general en todos los ámbitos que nos rodean. Las empresas deben ser conscientes del papel que quieren ejercer en los próximos años. La tecnología, la innovación y el talento deben ser los pilares para conseguir satisfacer las necesidades de las personas, pero también para romper las desigualdades y luchar por un compromiso ambiental real e importante.

La sociedad debe mirar, primero, un poco más cerca. Dar el valor a las cosas que realmente lo tienen. En un mes y medio nos hemos convertido en una sociedad mucho más solidaria y colaboradora. Si queremos mirar al futuro con fuerza y optimismo, esto debe mantenerse.

Plantear los nuevos escenarios no es tarea fácil. Pero a pesar de sus variables, deben verse con optimismo. Un punto donde empezar de nuevo. Y es una misión para todos. Desde las grandes corporaciones mundiales, hasta las personas más jóvenes de nuestra sociedad. Aprender de los errores y generar un futuro prometedor para el ser humano. El mundo nos ha dado una nueva oportunidad. Así es como lo veo yo.

38 respuestas de Y tras las pandemia, ¿qué?

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